El multimillonario aumento de las exportaciones del F-35 de Lockheed-Martin se ha debido a la superación de una serie de fallos fundamentales. Se trata de un logro de la propia Lockheed-Martin y de la Fuerza Aérea y las industrias aeroespaciales israelíes (especialmente, de la innovadora Israel Aerospace Industries-IAI). Por eso Israel es tenido como un rentable laboratorio de las industrias aeroespacial y de defensa y de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
En junio de 2016, Israel se convirtió en el primer país en utilizar operativamente el altamente informatizado F-35. El Estado judío pronto consiguió resolver los fallos iniciales, que habían causado preocupación entre los posibles compradores.
El laboratorio israelí, sometido a pruebas de combate y en comunicación permanente con Lockheed-Martin (al igual que con un rosario de contratistas de defensa estadounidenses), resolvió la mayoría de los problemas operativos y de mantenimiento haciendo valer sus características intrínsecas, derivadas del entorno excepcionalmente desafiante y amenazador de Oriente Medio.
Las numerosas soluciones israelíes a los fallos del F-35 –en el ámbito de la recopilación y el procesamiento de datos, la guerra electrónica y la precisión del control de tiro– se han compartido con el fabricante estadounidense y con la Fuerza Aérea de EEUU, lo que ha posibilitado el mantenimiento de la superioridad del F-35 sobre su competencia mundial. En cuanto a Lockheed-Martin, le ha ahorrado miles de millones de dólares en investigación y desarrollo, ha mejorado su ventaja competitiva, aumentando sus exportaciones en miles de millones y ampliado su base de empleo, así como la de su plétora de subcontratistas.
La mejora del rendimiento del F-35 da cuenta del papel de Israel como fuente de modernización, reducción de costes y creación de empleo en EEUU.
Por otro lado, unos 250 gigantes estadounidenses de la alta tecnología (como John Deere, General Electric, Johnson & Johnson, Texas Instruments, Intel, General Motors, Microsoft, AT&T, IBM, Dell, Google, Facebook o Intuit) han establecido centros de investigación y desarrollo en Israel, aprovechando la capacidad intelectual y el espíritu innovador del país para mantener su liderazgo mundial, con el consiguiente aumento de sus ventas globales.
Del mismo modo, las industrias aeroespacial y de defensa estadounidenses han establecido sus propios centros de investigación y desarrollo en Israel a través de los cientos de sistemas militares americanos que emplean –y mejoran sistemáticamente– las Fuerzas de Defensa de Israel, lo que redunda en beneficio de la economía estadounidense y de sus capacidades de defensa.
Oriente Próximo es un importante nodo energético y comercial, pero también es el epicentro del terrorismo islámico antiamericano, del narcotráfico global y un gran motivo de preocupación por el empuje de las tecnologías balística y nuclear, lo que constituye una amenaza clara y presente para la seguridad nacional de Estados Unidos.
En tales circunstancias, Israel es el aliado más fiable, probado en combate y rentable de la región, y una potencial cabeza de playa de EEUU frente a amenazas comunes como los ayatolás chiíes de Irán y el terrorismo islámico suní.
Como afirman algunos funcionarios y analistas estadounidenses, Israel es el mayor portaaviones de EEUU; pero no precisa tener a bordo un solo efectivo americano.
Israel comparte con EEUU más información de inteligencia que muchos otros países, así como su experiencia en combate, que salva vidas estadounidenses al servir de base para la formulación de las tácticas de combate de las fuerzas aéreas y terrestres de EEUU, hace avanzar la medicina militar americana y procura instrucción a los militares estadounidenses en guerrilla urbana, coches bomba, terrorismo suicida y artefactos explosivos improvisados (IED).
La relación mutuamente beneficiosa entre Estados Unidos e Israel es una vía de doble sentido.
© Versión original (en inglés): The Algemeiner, bajo la autoría de Yoram Ettinger
© Versión en español: Revista El Medio