Ser de izquierda es tan evidente, como ser de centro izquierda, de centro y hasta “centro” derecha lo es. Se trata de los mismos de siempre cambiando de etiquetas, resultando la misma ponzoña, el mismo veneno, igual cicuta que ellos desean entregar envuelta en pañuelos blancos y de seda a sus víctimas opositoras. El gran problema y gran dilema que tienen los caviares, progres, zoocialistas y comunistas (los de pantalla y los de los explosivos) es que nadie les cree como antes. Ahora no es como ayer, cuando usando miles de millones y poderes comprados deshacían leyes y verdades, para reprimir directa e indirectamente a los opositores de sus activaciones de odio.
Si han logrado penetrar en la Iglesia católica con el pervertido cardenal que no aclara eso de una familia e hijos que tiene en una entidad financiera donde manejan muchísimos dineros ajenos; sino aclaran eso de un cardenal de la misma especie progresista que nunca hizo apostolado y militaba entre el adoctrinamiento y el pecado en sus desvaríos; sino aclaran eso de “mensajeros de la esperanza” o mejor dicho, profesores universitarios que han desarrollado manuales marxistas suavizados -de formación política en jóvenes- y, sino aclaran eso de millones de soles usados en salarios, viajes, auspicios, premios y subvenciones a grupos de exaltación de la violencia y cierto clan de abusadores de estudiantes, o sea, chantajistas sexuales, quiere decir que, descubiertos en cada escena de escándalo y también descubiertos sus cómplices (periodistas extorsionadores, congresistas caviares con equipos de pedófilos pagados por el Estado, dirigentes sindicales protegidos para fomentar actos de violencia contra la población civil), quiere decir que “necesitan con urgencia” una plataforma que detenga o que oculte lo que se les ha descubierto y para eso, es necesario ir y atacar a los “símbolos que representan” el ser referentes de valores, virtudes y principios.
Destruir, arrasar, desprestigiar, demoler, esa es la sucia y cobarde cuádruple actividad del militante de izquierda y de los asolapados simpatizantes que desde los medios activan y replican mentiras, dándoles imágenes de verdad.
El día jueves en la noche, en una taberna sucia de Barranco, en una misma cantina, periodistas que han caído en su desgracia y operadores políticos que ven incierto su futuro inmediato, conspiraban contra toda sombra y voz que les era mencionada por dos caviares obesos de perversidades. ¿Qué hacemos? preguntaba entre muecas y una nariz blanquecina el más “duro”. ¿Qué hacemos? gritaba ebria una escuálida de consistencia. ¿Qué hacemos? era la misma frase, pero ahora de las dos operadoras mediáticas “alagartadas” que centraban la mesa larga, una de la radio de la mitad de la ex torta publicitaria del Estado y la otra, del canal de la otra mitad, de la misma torta.
Los gritos y los personajes “objetivo de la matanza” estaban desde la imaginación hasta sus frases, como puestos en la pared para dispararles balas de odio e intimidación: el señor Alcalde de Lima, el Cardenal más recordado y querido, varios empresarios que destacan por décadas de servicio y amor al Perú, periodistas de redacción no hipotecable… ciudadanos libres… ni un solo comunista, ni un solo caviar o progre, ni un solo ladrón o corrupto.
Este fin de semana arrancaron los defensores de pedófilos, los vividores de impuestos, los beneficiados de las vacunas a escondidas, las lagartijas, mermeleros y guaripoleras a revivir refritos y desempolvar mentiras, las de antes, las de cartas falsas, las de insultos y escupitajos, para intentar destruir honras y honores pero, no lo van a lograr, porque ahora se les ponen al frente los que no tienen miedo a defender la verdad.
La reunión de las izquierdas del odio, para destruir “los peligros morales y electorales” no les va a durar más que los tuits y slogans que repitan algunos días, extinguiéndose cada uno de ellos, como sus intenciones de maldad, perversión y daño a todo lo que es bueno para el país.
Dar la otra mejilla, es responderle a los cobardes de las izquierdas del odio.