Si la locura –no como enfermedad, sino como actitud política- fuera un producto con caducidad inmediata, en el Perú gozaría de perpetuidad, eso se lo escuché a nuestro director de Minuto Digital cuando se refería a los comunistas y en especial a los congresistas de la izquierda subversiva, que todos los días incentivan y siembran dosis venenosas de violencia en sus palabras hacia la población. Es tan miserable esa realidad que nace y se reproduce en las izquierdas con el odio, que cualquier opinión que se divulgue tratando de hacerles entender que por eso, el odio no construye, es inmediatamente apedreada con insultos y ofensas, no para deslegitimarla o contradecirla, sino para hundirla, a la opinión, y avasallar al opinante.
Es como decía el criminal Mao Tse Tung y también lo amoldaba su hijo no reconocido Abimael Guzmán: “liquidar, arrasar, destruir y levantar el nuevo camino”.
Ubiquémonos todos en la realidad existencial, no en los contextos tontos del teatro imaginario del país, porque eso es absurdo. En el Perú ha renacido un oscuro pero a la vez denominado “luminoso sendero” que reúne a los hijos y herederos de las tropas sanguinarias de Abimael Guzmán y los secuestradores, asesinos, chantajistas, ladrones y extorsionadores del MRTA. Ese colectivo de izquierda, esa organización criminal marxista leninista (y se dice además maoísta), quiere incendiar “la pradera” creando más caos, confusión y enfrentamiento entre peruanos, a cualquier costo y para eso, no escatiman en decirlo abiertamente como algunos de sus congresistas que llaman a la violencia, como única acción política.
Estamos en guerra no declarada públicamente, pero accionada en calles y caminos de varias regiones, donde se ponen lanzacohetes contra la policía nacional, donse se disparan bombardas cargadas de explosivos contra vehículos portatropas, donde se dispara con fusiles modernos AK47 fruto de las armas enviadas desde Bolivia a la tropas de la red de “la Culebra” y de los infiltrados del MAS aymara que se abastecen vía Puerto Acosta en la frontera con Perú, un lugar extremadamente peligroso y plagado de mercenarios.
Conociendo todo esto, que no es sino una milésima parte de los canales de abastecimiento de insumos, dinero, drogas, pertrechos y personal de infiltración y ataque, es posible preguntarnos: ¿Evo Morales alienta la invasión al Perú por un tema ideológico o por servicio al narcotráfico? ¿La solidaridad que dice tener el convicto Evo Morales, justifica y alienta la violencia? ¿Pueden los congresistas peruanos de la extrema izquierda, ser parte de ese discurso de odio y sangre?
Todo parece indicar que existe una alianza e identidad común que se financia desde los cárteles bolivianos de la droga y el contrabando, para consolidar posiciones, dominios y extensión territorial de las mafias. Para eso, tienen que lograr el poder político nacional, porque el regional, en Puno por lo menos, lo tienen hace tiempo.
Identifiquemos a los que odian al Perú y que sean procesados por la justicia nacional.