Francia, cuna de la ‘laicidad’, es también en este momento campo de lucha sobre cómo esta se debe interpretar. Evidentemente los menos favorables a la religión la entenderán como la prohibición de cualquier práctica de culto que trascienda los límites de lo individual.
Parece que esta es la línea de interpretación de algunos periodistas, dedicados por estos días a ‘cazar’ cualquier manifestación de fe que hagan los católicos en el espacio público, después de que el gobierno cerró sus iglesias a las misas con fieles, en el marco del segundo confinamiento.
El pasado domingo hubo manifestaciones en toda Francia pidiendo que el gobierno vuelva a autorizar las misas con público.
Y en una de ellas, en Rennes, ocurrió un hecho que justifica a quienes afirman que muchos medios son más bien agentes ideológicos.
Frente a la catedral
Estaban los católicos reunidos en frente de la catedral de San Pedro, en Rennes. La reportera de Quotidien va hasta donde los jóvenes organizadores, quienes le manifiestan su deseo de respetar las medidas de bioseguridad, y – es claro – de hacer sus reivindicaciones.
Espera ella que la gente vaya llegando, e introduce la pregunta sugestiva: “¿Qué es legal? ¿Qué no lo es?”.
Va entonces hasta donde los policías que allí se encontraban, y, perdiendo ya completamente sus roles, les dice que “el ministro del interior ha ordenado que se amoneste y reprima desde este fin de semana” a los creyentes que rezan ante las iglesias.
Pero llega un momento de auge en la excitación de odio y agresión de la reportera, cuando la multitud reza el Padrenuestro: “¡Allí está, ellos han rezado! intervengan” gritaba desesperada la periodista.
No hay necesidad de más pruebas, decían los fariseos ante la declaraciones de Jesús.
“Entonces, ¿ese es el tono de la reivindicación? Para mí se trata de cánticos religiosos y eso está prohibido”, insistía la denunciante exasperada
En las redes sociales la periodista fue bastante criticada. Entre otras cosas le preguntaron si ella tendría la misma ‘valentía’ con musulmanes que entonasen sus oraciones. O también si lo que estaba ocurriendo en Francia era un regreso a los tiempos de la dictadura soviética.
“Periodista, ¿auxiliar de policía?”, se preguntaba incluso un colega suyo a modo de broma.
El debate sobre el papel orientador o ideológico de los medios de comunicación es global. En EE.UU., por ejemplo, a raíz de las últimas elecciones, muchos americanos ya no van a un medio o al otro, sino que huyen de los medios o prefieren información alternativa. Su papel como difusores de información veraz está siendo sumamente cuestionado. Pues tal vez sea mejor, caídas las máscaras se puede ver el rostro, y se puede decidir más fácilmente si nos agrada o no.
El asunto de la laicidad
Por lo demás, sigue el asunto de fondo de la laicidad. ¿Se pueden entonar cánticos u oraciones en la vía pública? Para la periodista-auxiliar de policía esto es más que una blasfemia que debe ser reprimida por la Policía.
Sin embargo, muchos piensan diferente, como Mons. Xavier Malle, obispo de Gap, que recuerda que se permite las procesiones en las calles.
Pero el fanatismo ya se dibuja por entero como cuando en Estrasburgo, las autoridades prohibieron incluso “rezar en silencio”. No, no es broma.
Ante estas situaciones, se manifiesta Grégor Puppinck, doctor en derecho, y presidente del European Center for Law and Justice: “Evidentemente, todas esas órdenes (de no manifestación de la fe en la vía pública) son ilegales, de forma manifiesta. Son ilegales, pues contrarias a las leyes de la República (en particular a la ley de 1905), a los derechos del hombre (en particular a las libertades de expresión y de religión), y por encima de todo, a la ley de Dios (en particular al primer mandamiento del decálogo)”.
Por ahora las autoridades gubernamentales ha ido de la prudencia a la amenaza y luego al ofrecimiento de diálogo. Son elegantes y verbosos, en el país de Robespierre cuando quieren. Pero también pueden ser violentos. La partida está interesante (Gaudium Press/ Saúl Castiblanco)