Me invitaron al nacimiento de Paolito. Ese es su nombre. Fue en Arequipa, un viaje de ida y vuelta, un gran momento celebrando la vida.
Paolito es un guerrero, como el que admiramos todos. Ha sido pateador desde la cancha del embarazo, por las cosas que me contaba Alicia –su Mamá- cuando nos encontrábamos de casualidad en su puesto de golosinas, frente al ingreso de un colegio nacional, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, en medio de la extensión de nuestros Andes arequipeños y yo la saludaba en mi quechua a medio expresar y ella, me respondía en su castellano tan perfecto y educado.
Paolito nació en Arequipa por supuesto. Toda su familia –la de Alicia- viajó en un ómnibus de la empresa que podríamos decir, le honraba con su nombre, Transportes Reyna, para una auténtica reina.
Edredones bordados en Puno, tierra de la abuela, sonajas que alguien le regaló desde un mercadillo de Tacna la heroica, un sobre con dinero que los amigos y compañeros ambulantes y mototaxistas de su pueblo le hicieron llegar antes de viajar a la capital del departamento y por supuesto, algo que le llevé en mi nombre y por mis hijos también.
Alicia es una Mamá completa, tiene en Zosías, cusqueño terco pero trabajador, a un fiel y leal esposo, obrero de una Contrata minera, emocionadísimo por su guerrero, por Paolito.
Alicia y Zosías –ambos de 21 años nada más- no tienen casa propia, ni un terrenito, viven en un pequeño cuarto en el segundo piso de la vivienda de una señora muy viejita que se los alquila en Orcopampa, a nueve horas de la ciudad de Arequipa.
Al principio, al saber que estaba embarazada, tenía miedo. Zosías también.
Cuando fue a una posta, donde no tienen Ginecólogo ni Obstetra permanente, una señora de una ONG le dijo que era una irresponsable por no seguir métodos de planificación, que traer niños siendo pobre y sin recursos es algo malo, que todo se puede solucionar si ella lo desea, porque es su derecho, es su cuerpo.
Alicia respondió que hablaría con su esposo y la de la ONG le dijo que de ninguna manera, que el hombre decide por su cuerpo y ella por el suyo, que si le decía algo, le iba a pegar Zosías porque así son los hombres, malos, solo quieren sexo y después te abandonan.
Felizmente Alicia habló con su esposo y los dos, abrazados decidieron lo que los unió más, amar a su bebé, alimentar mejor a Alicia, llevarla a sus controles hasta Arequipa cada mes, no importando lo largo y peligroso de cada viaje, lo harían por el amor que los unió, por el amor que los dos habían podido bendecir para tener a su bebé.
Y así lo hicieron y así lucharon todos los días, todos los meses, hasta que al verlos en el hospital, aquí en Arequipa, nos reímos tanto de muchas anécdotas, como cuando nos conocimos y el Zosías se puso celoso porque un señor de Lima –o sea yo-, le hablaba a su pareja y pareciiiiia que se la quería llevar, jajajaja.
Es que el chisme es tan peruano como la maldad de algunas ONG.
Les cuento esta historia porque todos los días, en miles de lugares del país, las ONG pro asesinato de niños por nacer van a los hospitales, centros y postas de salud, hasta a colegios y academias para promover la nueva cultura del crimen más horrendo que vive el mundo, el aborto.
Lo peor es que estos agentes de la seducción al asesinato, son mujeres, así como lo leen.
Una mujer diciendo que evites ser Mamá acabando con la vida de tu bebito, interrumpiendo –así le dicen al asesinato- el embarazo.
La única que puede ser Madre promueve que otras no lo sean, matando a sus bebés. Eso es lo peor que podemos observar en la cultura de la muerte, esa de la ideología de género, esa del ataque al que cree en la familia.
Porque la estrategia de estas ONG es tratar de convencer con mentiras, manipulando hechos, inventando testimonios y creando una falsa identificación con alguien que podría ser hasta tu amiga. El dinero en esto, lo puede todo, eso creen.
Sin embargo, Alicia derrotó a una ONG manipuladora, primero hablando con su esposo, segundo rechazando matar a su bebito, tercero luchando día a día para alimentarse mejor, cuarto acudiendo cada mes a sus controles médicos y quinto, dando a luz el más hermoso bebé que ella pudo imaginar y que su esposo –mi amigo Zosías- acariciaba con sus manos que sólo han tocado el socavón de una mina inmensa y el rostro de su amada Alicia.
Fotografía referencial, UNICEF