Cuando explicas bien el significado de lo que realmente importa, de lo que es la esencia de cada segundo de tu existencia, de aquello que hace posible que la humanidad sea perenne con los principios, valores y virtudes que la edifican y sustentan en su sostenibilidad en el tiempo, hablar de la Vida y de la Familia, es el punto de partida y el indicador de tus logros y éxitos. Por eso, a las izquierdas del odio, jamás las escucharás defender la Vida de un niño por nacer, la Vida de un anciano en fase “terminal”, ni tampoco los oirás luchar incansablemente por la Familia Matrimonial, ya que los políticos ideologizados, los fanáticos de la violencia, los marxistas y sus herederos militantes, sólo saben de destrucción, división, peleas, guerras, aniquilamientos, muerte.
Es así que a lo largo de las últimas décadas, las izquierdas políticas y las izquierdas que anidan en la burocracia (en el Estado se acomodan y acumulan) han legislado para destruir a la Familia Matrimonial incentivando el divorcio a tal extremo, que existe ahora “el divorcio rápido”, donde no interesa encontrar soluciones o reunir a la Familia, donde no interesan los hijos ni su continuidad bajo la protección conjunta del Papá y la Mamá, sino que se debe deshacer legalmente, se debe deslegitimar el amor que aún puede redescubrirse pero, eso sería fatal para los sociólogos y terapeutas que parecen nuevos notarios del desastre, ya que alimentan más las diferencias, para que la pelea sea la solución que se sella con el alejamiento definitivo, con la muerte legal de una Familia.
En el Perú, la mancha negra del odio y la mancha roja de la muerte, encabezadas por una suma de enfermos caviares cuyas vidas son un desastre moral, ético, humano, laboral profesional, educativo, todo un fracaso absoluto, han desarrollado una legislación que impide reunir, reconstruir, rearmar a un matrimonio y por eso, proclaman la facilidad temeraria de su disolución permanente, condenando a la pareja a romper toda relación, a ser como “supervisores” y no padres de Familia, cada uno a su lado, cada uno por su lado, mientras lo hijos pierden esa imagen de unidad que hubo y pudo ser reintegrada, dando cada uno el esfuerzo, sensatez y tolerancia que se debe por amor.
En este sentido, hay que redoblar en diciembre, mes de la Navidad, ese mensaje de Familia, Vida y Amor que requiere la voz sencilla de cada uno, para formar la voz fuerte de una sociedad invencible ante las amenazas y disparos de odio de las izquierdas.
¡Viva la Vida, Viva la Familia!