Si se sigue planteando “un acuerdo político”, el rumbo del país seguirá en el hoyo. Lo que se requiere es un compromiso nacional mínimo sobre cinco grandes ejes de gobierno y que cada uno de los mismos tenga diez acciones de corto plazo, secuenciales, escalonadas, medibles, con indicadores de impacto en cada logro (nada a mediano ni largo plazo en esta coyuntura). El país no resiste más “acuerdos políticos” porque esa sola palabra es garantía de impunidad, de más de lo mismo y más en los mismos actores que nada o muy poco tienen que ofrecer al país.
El tema del saboteador de la democracia, Pedro Castillo, es solo un desencadenante de una serie ya programada de actos de violencia para confundir, generar el caos, promover reacciones de distinta magnitud usando mentiras y especulaciones para provocar una especie de ira e indignación contra la legalidad, contra la frágil democracia y los instrumentos legales que existen para defender a la sociedad en su conjunto.
El inquietante panorama estaba planificado con la idea de lo que llaman “acciones para la reacción de masas”, que conducen por un lado a crear miedo entre la población y en otro sentido, a tener momentos de agresión contra cualquier objetivo que se maneja en una marcha, movilización, invasiones, bloqueos de carreteras o toma de locales públicos, por ejemplo, ir contra la Policía, atacar y agredir periodistas, fomentar noticias de alarma como tomas de aeropuertos y terminales terrestres, saqueos a mercados y centros de abastos (es decir, sembrar en base a rumores más miedo, promover más rumores, generando que las familias no salgan, se queden en casa, absorban temores).
El comunismo está desplegando sus piquetes violentos, gracias a que en más de doce meses se han estado urdiendo todas estas formas de subversión, con el apoyo evidente de las embajadas de Cuba y Venezuela, vía adoctrinamientos y eventos de activación militante con las organizaciones políticas de las izquierdas del odio, la corrupción y la impunidad.
El Perú está a prueba para el nuevo gobierno que debe anticiparse a estas acciones de toma de aeropuertos, enviando a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional en forma conjunta, a fin de tener el marco completo de respuesta y contundencia que se requiere, ya que los subversivos van a generar muertes, que ellos mismos fabricarán y le dirán luego a los medios que cada muerto y herido han sido obra de las fuerzas del orden y no de ellos mismos.
Son horas difíciles si el gobierno “observa”, serán horas de patriotismo y sensatez, si se toman las medidas que corresponden.