Un congresista de extrema izquierda pretende inmiscuirse en las decisiones administrativas y financieras de las escuelas privadas, como pretendiendo desconocer el ámbito de la constitucionalidad vigente en el Perú.
Una propuesta populista que busca atacar, dañar, demoler la educación privada, está generando un absurdo debate entre los asiduos opinantes de los medios de comunicación, así que entramos al debate por supuesto.
Si a usted le dicen cómo va a tener que manejar su casa, en qué invertir o gastar su dinero –en éste caso se lo pretende ordenar con una ley un oscuro congresista- lógicamente no permitirá que se inmiscuyan en sus decisiones, en su hogar, en su libertad.
Si usted es dueño de un negocio, una tienda, una peluquería, una oficina o tal vez de un departamento para alquilar, ninguna ley le puede decir el color de su propiedad, o que precios poner a sus productos o servicios, ni las condiciones de atención a sus clientes o inquilinos, como el pedir un depósito de garantía por ejemplo.
Si usted abre una escuela, un colegio particular, es porque ha invertido su dinero o se ha juntado con otras personas para el emprendimiento y entonces, tiene todo el derecho del mundo a poner sus precios, costo de la matrícula, tarifas, escala de pensiones, sueldos a los maestros y personal administrativo, reglamento interno y el planeamiento completo de su empresa privada.
Pero, como estamos en el Perú, a los congresistas no se les ocurren leyes para estimular el crecimiento empresarial privado, el emprendimiento, sino leyes que castigan el éxito y el esfuerzo.
Leyes que castigan, que hacen daño, que retrasan el progreso y desarrollo y además, con un componente populista, ideológico, agresivo y limitante a nuestras libertades. Esa es la realidad penosa que estamos observando y nos debe obligar a protestar, antes que crezca el canto de la demagogia.
Un colegio privado establece sus formas de acceso, sus cuotas de ingreso, gracias a un perfil financiero que compense el esfuerzo empresarial privado por brindar cada año mejores condiciones de estudio, ambientes seguros, modernidad, tecnología, esparcimiento, calidad en la enseñanza y caminos para el futuro inmediato. Eso cuesta y es natural que uno al elegir la escuela de los hijos, quiere lo mejor para ellos, dentro de sus posibilidades económicas.
Por eso, la absurda, injustificable, inaceptable propuesta legislativa por eliminar las cuotas de ingreso en las escuelas privadas es un despropósito, es una iniciativa inconstitucional, extremista y contraria a la libertad.