Se viene otra frustración más a los planes sangrientos y destructivos de las izquierdas del odio, que van al compás de los mensajes de las hordas caviares que languidecen desde que el gobierno de Boluarte (o Castillo II, porque es la misma gente, pero del segundo tiempo), les quitó progresivamente las millonarias transferencias a sus oenegeés, sea directa o indirectamente, ya sea mediante contrataciones de algunos de sus representantes como consultores, asesores, ministros o viceministros (o cualquier otro cargo de jugosas remuneraciones y beneficios desmedidos), o tal vez como proveedores de algunos programas sociales o consultorías institucionales para temas que no sirven de nada. Lo cierto es que el caño se les cerró, porque el gobierno de ahora, con los desplazados del “primer tiempo”, se puso en parte sobre la realidad, aunque en la administración y gestión pública, siguen el mismo y terrible derrotero y fracaso, perjudicando al pueblo peruano.
Boluarte y Otárola son como “algo mejor que Castillo, pretendiendo ser demócratas” pero en el fondo se trata del mismo concepto autoritario, impositivo y represivo, así que no se alegren de algo cuando en el todo, el rumbo económico es un desastre y la agenda política no existe, porque todo, repito, es un juego de dineros y poderes, de presiones y acomodos para subsistir hasta julio del 2026 y ver qué bolsillos se llenan más.
Es por ello interesante ver el foco de la semana que viene, con la “toma” cada vez menos convocante, con la negociación mafiosa por la Mesa directiva del Congreso y con el discurso de Dina Boluarte que se avizora como una plañidera entregada a los que le digan “paz, sí Dina, paz”, pero a cambio de favores diversos, hasta una amnistía y un indulto en camino.
Estemos atentos porque las izquierdas del odio se empecinan en usar más violencia contra el país, teniendo en cuenta que no convocan, no serán masa activista ni unidad en nada, y por eso, todos los llamados que hacen los agustiados y fracasados dirigentes comunistas, tienen una misma base de enfrentamiento irracional y odio grupal. Esa es la sinrazón de su angustia: sin violencia, sin víctimas, no se hace historia (dicen en voz baja los comunistas).