Es paradójico, pero de revolucionarias no tienen nada las izquierdas, ya que son cavernas de odios, fogatas de resentimientos, conductos de aprisionados en la venganza. Las izquierdas no quieren innovar, cambiar o hacer de algo positivo, construir lo nuevo que pueda mejorar lo presente o el pasado. Las izquierdas son una cámara de absorción de maldad, odio y rencor, por eso rechazan los valores y principios de la Libertad y la Democracia, ya que no les alcanza para entender que es posible construir en unidad, mejorar en diversidad y triunfar en comunidad.
En el Perú del siglo de la idiotez -el actual- los izquierdistas que gobiernan desde hace décadas, aún no llegan a ser peores que los izquierdistas que quieren reemplazarlos. Están en competencia de fanatismos y excentricidades (algo que ellos dicen que es la guía de los “postulados” para el pueblo).
Se los explicó: en vez de argumentos, los rostros y máscaras de las izquierdas presentan cualquier estupidez en los medios para hacerse notar, para que se les vea como si estuvieran interesados en introducir ideas y propuestas. Pero no es así, se trata -como siempre- de discursos de odio y de ideas de retroceso (también de iniciativas aberrantes). Por ejemplo, están y siguen empecinados en estatizar todo para que ellos y sus familiares vivan del esfuerzo que han construido otros (los privados, los que no roban, los que no estamos en eso que se llama “política” ahora).
Quieren, los ociosos, ignorantes y perversos de las izquierdas, que se les entregue el éxito para desmoronarlo, quieren nacionalizar empresas exitosas, quieren invadir propiedades, quieren apropiarse del ahorro de las familias y los emprendedores, quieren ponerle impuesto a todo (pero para no pagar impuestos ellos, cuando están en el poder gracias al fraude electoral).
Una nación con tanta historia y riquezas en sus gentes, ya debe dejarse de tolerar la estupidez. Hay que cambiar de actitud y no ser tolerantes con los intolerantes.