A veces me escriben algunos amigos y ponen: “no les digas eso, Ricardo”, cuando me refiero a las múltiples, enfrentadas e inestables izquierdas que tanto daño le hacen al país, pero lo lamento –eso les digo por supuesto a mis amigos-, lo lamento porque al criminal hay que darle duro, al sanguinario hay que condenarlo y al miserable, bueno, hay que enterrarlo. Todo eso, sanguinario, miserable y criminal, es un sinónimo de ser de izquierdas hoy en día en el Perú. Decirlo cuesta a veces la comprensión, jamás la amistad.
Desde los años en que fue elegido el presidente Toledo, todo ha pasado. Todo lo malo por supuesto. Más corrupción, más impunidad, más izquierdas tratando de controlar el poder ciudadano en municipalidades, gobiernos regionales y el Estado en su conjunto. Pero no lo han podido lograr por cuatro razones importantes: la primera, porque la gente ya no se deja engañar por artistas faranduleros y seudo intelectuales ordenando grupos de manipulación política y mediática (Susana Villarán, Verónica Mendoza y el diario La República principalmente). Segundo, porque a pesar del control de los poderes electorales, algo se les ha escapado a los de la alianza caviar/extremista en sus fines, y es que los ciudadanos y algunos partidos, han colocado gentes medianamente inteligentes para dar la cara y dar respuestas, ideas y propuestas. Tercero, porque en las redes sociales no dominan los comunistas, ni sus multiples máscaras de “lacras”, sino que existe una diversa, amplia y valiente centro derecha dando la pelea. Y cuarto, porque el discurso del odio ya no siembra con sus mentiras, sino que revela sus complejos y ante eso, el país ha puesto un muro de principios para rechazarlos.
A las izquierdas le duele la verdad tanto, como les da miedo trabajar y ser honestas. A las izquierdas les arde enormemente no tener referentes de nada bueno y ser herederas del terrorismo cruel y sanguinario, herederas de la subversión del irracional odio que sembraron sus hermanos de Sendero luminoso y del MRTA, herederas además de, y es bueno decirlo, de los diversos “partidos” comunistas que aún pululan en varios escenarios de protestas y de vandalismos, organizaciones ilegales, criminales y cobardes que deben ser repelidas y proscritas de inmediato.
Y es que la Libertad no es permitir que te maten. La Libertad no es dejar que te aniquilen los que odian la verdad, los que calumnian el trabajo, los que entorpecen el progreso y el desarrollo, los que envidian que tengas Familia y la ames y respetes. La Libertad exige reprimir a los que quieren acabarla para imponer regímenes dictatoriales como los que imperan en Nicaragua, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, donde decenas de miles, sino millones de hombres y mujeres, son esclavizados en razón de no rendirse al totalitarismo del comunismo.
Hay unas frases sencillas que escribí hace muchos años, que creo les ayudarán a entenderlo: se llaman,
Los Nadie, son los que nadie eligió*,
son los que el partido comunista o Sendero puso sobre nosotros,
son los que el sindicato nos impuso
un día que pagamos más cuotas para una huelga de hambre
donde nunca vimos a los dirigentes, sino a nuestros muertos.
Los Todos somos nosotros y los Nadie son ellos,
los de siempre, los que gritan y se corren,
los que cobran y se aseguran
mientras nuestras almas mueren y nuestros corazones sufren.
Los Todos, no son los elegidos por ellos,
sino los cadáveres del pueblo,
los hechos trizas y trozos,
mientras trozan nuestros salarios
los dirigentes “del pueblo”, osea,
los escondidos en viajes, en lujos y en placeres,
los que nunca son detenidos –como nosotros lo somos siempre-,
los que jamás lloran a los muertos –como nosotros los lloramos siempre-,
los que son elegidos en sus listas donde no hay nombres de los Todos, sino apellidos de los Nadie.
¿Quién te representa obrero? ¿Quién es tu voz campesino?
¿Quién clama por ti clase media? ¿Los Nadie?
O seremos los Todos los que tengamos que poner la historia en su lugar.
Vivan los Todos, adiós a los Nadie.
Recuérdalo siempre, para extinguir de una vez por todas, a la izquierda del odio.
* El uruguayo Eduardo Galeano escribió “las venas abiertas de américa latina” y también una especie de poema que se titulaba “los nadie” donde hablaba sobre “los que no existen” y su intención era aumentar un sentido de resentimiento social, diciendo que los campesinos o los indígenas eran los nadie, a quienes nadie visibilizaba. Pero eso que pudo ser cierto en algún momento de la vida, cambió con las izquierdas, porque los pobres, los olvidados, las clases medias, los ciudadanos, somos Los Todos, y los políticos de las izquierdas que destruyen la libertad y la democracia, que imponen el chavismo y el comunismo con sus múltiples nombres, son Los Nadie, porque nadie los puso, porque nadie los eligió para matar la Libertad.