Las pensiones en el futuro van a ser más bajas que las que hay ahora, especialmente las pensiones más altas. Hasta ahora en España hemos confiado en que tras haber cotizado en la parte alta de la tabla una serie de años, tendremos una buena pensión. Eso es algo que se va a acabar, porque el sector público no parece que nos la vaya a proporcionar, no ya por la capacidad de hacerlo. ¿Qué podemos hacer?
Afortunadamente todavía podemos hacer mucho en nuestro lado para tener una jubilación más desahogada de la que nos va a proporcionar el sector público. Elegir bien un plan de pensiones y la adquisición de vivienda habitual (y de una vivienda habitual adecuada) pueden ayudar mucho a que la jubilación sea más agradable.
Desde las reformas realizadas por parte del Partido Popular hace unos años hasta las reformas que está llevando a cabo el gobierno de coalición entre PSOE-Unidos Podemos, el sistema de pensiones español está pasando de un sistema Bismarck (de tipo contributivo usado en países como Israel, Francia, Alemania o Finlandia) a un sistema Beveridge (de tipo asistencial usado en países como Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca o EEUU). Este sistema es potencialmente más barato, porque ofrece pensiones más bajas a la población, al menos no tiene la capacidad de que haya quién reciba el doble o el triple que alguien que ha cotizado menos tiempo y cantidades menores.
Esta reforma “silenciosa” o “por la puerta de atrás” ha sido criticada, especialmente porque lleva ejecutándose a base de varias pequeñas reformas y sin ningún debate en el espacio público o en los medios de comunicación, pero lleva en marcha desde 2011. Aquí hemos hablado varias veces de que esta reforma está avanzando lenta e inexorablemente a base de parches que se van incluyendo en nuestra marco regulatorio. Este es un motivo por el que no ha estallado nuestro sistema de pensiones hasta ahora. De esto hemos ido hablando en 2013, tanto en El Blog Salmón como otros medios, como Nada Es Gratis.
Pero hoy no toca hablar sobre la reforma (ni sobre cómo se deberían haber reformado), algo que ya hizo Alejandro hace unos días, ahora toca hablar sobre qué podemos hacer para que en un futuro de pensiones más bajas, no experimentemos una merma del poder adquisitivo tan alta como sufriremos si no ponemos ningún medio.
Es posible que pensemos que una vez jubilados los gastos disminuirán, no será necesario desplazarse al trabajo a diario, por lo que igual podemos prescindir de un coche y sus gastos asociados, puede que no necesitemos tanto comer fuera de casa o gastar en ropa y que los hijos sean mayores y tengan sus propios ingresos, pero puede suceder lo contrario. Según Dan Ariely profesor de economía del comportamiento en la escuela de negocios Fuqua de la Universidad Duke, necesitaremos un 135% de nuestros gastos debido al mayor tiempo libre.
¿Qué puedo hacer?
Lo primero de todo es cuantificar las necesidades económicas. Cada uno sabe el nivel de vida que quiere llevar, pero ¿sabemos cómo podríamos mantenerlo? En algún momento hemos hablado de la regla del 4%, que según su creador podría ser un 5%, aunque hay quien habla de que debería ser más conservador y retirar entre un 3 y un 3,5%.
Básicamente esa regla lo que dice es que de un capital podríamos retirar un 4% indefinidamente, manteniendo el capital inicial y vivir de dichas rentas. Y eso ajustado con la inflación. Es decir, que si tenemos 300.000 euros ahorrados podríamos retirar 12.000 euros al año permanentemente y no perderíamos poder adquisitivo. Nuestra esperanza de vida no es eterna, así que en ese sentido podríamos ir recuperando más de un 4% del capital de los ahorros.
En este sentido, cuánto antes empecemos a ahorrar mejor, ya que mayor será el efecto de la capitalización de nuestras inversiones (y su acumulación mediante interés compuesto). Es decir, cuánto antes empecemos a ir ahorrando para este momento mejor. La reciente reforma de la fiscalidad de los planes de pensiones limitando las desgravaciones fiscales (que avisamos era la intención del gobierno) por las aportaciones a estos productos a 2.000€ anuales no nos va a permitir hacer fuertes aportaciones, pero si establece un límite al que muchas economías van a poder llegar. Si no queremos renunciar a la liquidez, siempre se puede optar por un fondo de inversión (perdiendo las ventajas fiscales, eso sí).
Tal vez nos puede parecer poco creíble, pero si comprobamos una calculadora de inversiones aportando 166€ mensuales de los 25 a los 65 años, y si obtuviéramos una rentabilidad del 6%, tendríamos al final del periodo más de los 300.000 euros mencionados antes. La rentabilidad histórica del índice S&P 500 entre 1957 y 2018 fue de un 8%, pero vamos a ser prudentes y supongamos que obtendremos menos todavía. Si tenemos más de 25 años, recomiendo usar esta calculadora para estimar cuánto podríamos llegar a obtener.
No todos los planes de pensiones son iguales y aquí hasta hemos publicado un libro sobre cómo debemos elegir nuestras inversiones. Pero un plan de pensiones no va a ser exclusivamente la solución a nuestros problemas.
El siguiente paso, en mi opinión, estaría en la compra de vivienda habitual. Es cierto que la vivienda en España tiene bastantes defectos, pero así somos capaces de cambiar una cuota de alquiler en una amortización de capital. No obstante, la vivienda que tengamos la vamos adquirir con un triple objetivo:
- Que la cuota mensual en vez de a un alquiler vaya a la reducción del préstamo y a la construcción de un capital
- Que tenga bajos gastos de mantenimiento, tanto por IBI como por comunidad de vecinos, seguro de hogar, etc. Es decir, minimizar los flujos de dinero que nos va a costar el mantenimiento de la misma.
- Que tenga salida en el mercado, de modo que en un futuro tras nuestra jubilación se pueda obtener para obtener financiación, ya sea mediante la venta y desplazamiento a otra vivienda más pequeña, la venta de la nuda propiedad o una hipoteca inversa.
Es decir, la idea no sería tener la vivienda más grande y cara, sino la justa para cubrir nuestras necesidades y que a su vez sea atractiva en el mercado para poder obtener una financiación de la misma.
Si nos damos cuenta, con sólo dos decisiones bastante habituales en la vida diaria ya empezamos a tener un capital que nos va a permitir tener una capacidad extra de afrontar la jubilación mucho más desahogadamente de lo que podríamos esperar ante una bajada de pensiones.
Si además quisiéramos además tener un mayor nivel de vida o no consumir el patrimonio y dejarle la vivienda a los hijos (el objetivo de todo padre y madre de familia español, dejar un piso a los hijos) ya tendríamos que considerar ahorrar en otro tipo de productos financieros. Alguno puede opinar que en bienes inmuebles, pero mi opinión en ese aspecto ya la he dado aquí.
Pregunta a los lectores ¿¿Qué están haciendo para encontrarse en una buena situación el día que llegue su jubilación?