De los pocos centros de pensamiento e ideas para la acción -algo así como Think tanks, aunque en el Perú más parecen lo contrario-, recogemos extraordinarios trabajos de investigación que cuentan con propuestas e ideas de gran valor, las que lamentablemente nunca se impulsan, ni promueven, ni se ponen en ejecución, porque lo natural y lo dramático es que las cargas de ideología, son una barrera permanente frente a ellas. No interesa si resultan económicas, posibles, validadas y realizables, porque si no tienen “una parte de donde generar dinero bajo la mesa”, es mejor que la guardes en los libreros de tu oficina y en los archivos de tu computadora.
He revisado más de cincuenta estudios sobre diversos temas de interés nacional, autofinanciados y elegibles a partir de una simple decisión, pero ni uno solo cuenta con el aval político de este gobierno, ni lo tuvo en el anterior y ni en los precedentes, porque “no era” lo que cuadraba con el sindicato de la corrupción y el clan de la impunidad. Así de claro.
¿Qué porquería de Estado se ha creado en los últimos siete gobiernos para que la burocracia pase de 800,000 a casi el doble de empleados que cobran exageradamente salarios injustificados? Se inventan a diario más cargos, puestos, oficinas, presupuestos y andamiajes de lo absurdo e injustificado, cuando en realidad, nada funciona en el gobierno actual, como en el anterior y el anterior y los precedentes. Es como si cada gobierno nuevo tuviera la obligación de empobrecer a los peruanos y a sus familias, creando puestos inservibles, pagados con el hambre y la angustia de los más pobres y las clases medias. Es como si a cada emprendimiento se le castigara para poder pagar la factura de los activistas y militantes de los partidos que “se suben al poder”.
Necesitamos recortar aproximadamente un millón de puestos de “trabajo” (de travagos). Necesitamos políticas públicas anti tributos absurdos, promotoras del ahorro nacional y del fomento empresarial privado. No estamos para mantener a los mantenidos de siempre, sino para darles la opción única de salir de las planillas públicas a fin de ponerse a producir para sus propias vidas, sin arruinar las de los demás.
Cerca del 70% del presupuesto público nacional debe ser usado en obras, infraestructura, educación y soporte en salud, no en salarios a ociosos y sinvergüenzas. Necesitamos reordenar el Estado, perfeccionar la empleabilidad a razón de calidad y servicio público ejemplar. Y para eso, se deben ir un millón a trabajar fuera del Estado, porque chamba para ellos, sí hay, oportunidades para ellos, a montones. Lo único que tienen que hacer es ponerle ganas e iniciativa en acción a sus ideas, con capital de trabajo que se les podría entregar, a cambio de esfuerzo y repito, ganas de luchar, ganas de triunfar, ganas de ser mejores cada instante de la vida.
Si un millón de “burócratas” pasaran de lo público a lo privado -potenciados en su educación-, el futuro del país se triplicaría en solamente cinco años, porque la gente decidida y bien formada, es el nuevo motor de ese viento imparable al progreso y al desarrollo. Es posible, pero sin gobiernos de izquierda, sin gobiernos timoratos.