“Ensayo que busca demostrar que el alto porcentaje de índice de percepción de la corrupción que ostenta España, no tiene que ver con la elección de una persona u otra para un cargo público, sino que tales desviaciones se producen por fallas del propio sistema. Entonces, si de mejorar se trata, lo que hay que hacer es implementar aquellas medidas con las que otros países han logrado aminorar las desviaciones en el funcionamiento de la Administración Pública.
Conclusión a la que se pretende llegar analizando inicialmente las disparidades culturales e históricas, entre los países del Sur y el Norte de Europa, donde se atisba que el componente religioso entre ambos bloques, catolicismo y protestantismo, ya de entrada marcan un diferente prisma a la hora de abordar el problema.
Y es que, como afirmara Popper, no debemos preguntarnos: ¿Quién debe gobernar?, ya que la respuesta será inevitablemente los mejores, lo que raramente ocurre. Por tanto, la cuestión a resolver será: ¿Cómo debemos gobernar?
Así, para eludir cualquier tipo de abuso, se han de garantizar que funcionen todos los controles, con el fin de poder detectar desde el inicio cualquier conducta desviada, tanto los propios de la inicial separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), los cuales han de controlarse entre sí, como los controles internos de la Administración Pública, que se fundan en la defensa del interés general por parte de los empleados públicos, contrarrestando la probable inclinación partidista de los políticos, y por último, el control ciudadano, que resulta factible gracias a la implantación de las máximas medidas de transparencia.
Para argumentar esta tesis se ha hecho un análisis jurisprudencial de aquellas áreas donde más presuntas corruptelas se dan.
De igual modo, se hace un llamamiento, a la necesidad de movernos hacia el paradigma del gobierno abierto. Aquel que sitúa al ciudadano en el eje central de sus políticas, empoderándolo y coordinándose con él mediante una comunicación bidireccional, sustentado en principios tales como la transparencia o el empleo de las TIC. En definitiva, un gobierno colaborativo que implica a todos en la tarea de construir un país mejor.
Trabajo que culmina con la aportación de una serie de propuestas para sellar la brecha actual entre administradores y administrados. Entre las que se mencionan cambios en el sistema electoral. Modificaciones en la conformación y tamaño de las entidades locales, una de las Administraciones Públicas más afectadas por supuestos casos de corrupción, y medidas para aumentar la participación y el control ciudadano.
Un análisis necesario motivado por la gravedad de los acontecimientos que muestran cada día los medios de comunicación y que hace emerger el eterno fantasma nacional de las dos Españas, cuando la meta debería ser alcanzar la Tercera España, aquella que para Salvador de Madariaga (1886-1978) era la de la libertad, la integración y el progreso”