En una afirmación contraria a la enseñanza de la Iglesia Católica, el Arzobispo de Lima (Perú), Mons. Carlos Castillo Mattasoglio, dijo que Jesucristo murió como “un laico” y lo hizo sin hacer un “sacrificio”.
“Y Jesús no muere haciendo un sacrificio de un holocausto, Jesús muere como un laico asesinado, que Él decide no responder con venganza y que acepta la cruz para darnos signo de vida”, dijo el Prelado peruano en la Misa que presidió el domingo 19 de diciembre en la Catedral de Lima.
“Y muere como un laico que da esperanza a la humanidad, muere como un ser humano como todos ustedes que están aquí presentes, también nosotros, porque nosotros no podemos ser sacerdotes sin primero ser laicos bautizados”, aseguró.
Mons. Castillo dijo además que “laico viene de laos, que significa pueblo. Y Dios ha querido santificar a su pueblo, y si nosotros estamos aquí es para servirlos”.
El Arzobispo recordó que Dios había prometido a Israel de que de su pueblo “saldría un vástago que sería el Salvador”.
“Los pobres de Israel, los que no cuentan, la tenían muy a pecho, mientras que los sacerdotes, ellos se sentían los cumplidores de la promesa, y ‘caballero pues’, no eran ellos los que iban a representar la salvación, sino un laico, un laico como los reyes que eran laicos, de la tribu de Judá”, continuó.
“Eso lo digo también para nuestros compañeros sacerdotes aquí presentes. Nosotros somos servidores del Pueblo de Dios, para que de ustedes surja quién es la esperanza, así como Jesús es la esperanza”, dijo Mons. Castillo.
Lo dicho por el Arzobispo de Lima sobre Jesús “laico” que muere sin “sacrificio” es contrario a la doctrina católica.
La doctrina católica está contenida en el Catecismo de la Iglesia publicado en 1992 durante el pontificado del Papa San Juan Pablo II.
El numeral 1545 del Catecismo, referente al sacramento del Orden Sacerdotal, señala que “el sacrificio redentor de Cristo es único, realizado una vez por todas. Y por esto se hace presente en el sacrificio eucarístico de la Iglesia”.
“Lo mismo acontece con el único sacerdocio de Cristo: se hace presente por el sacerdocio ministerial sin que con ello se quebrante la unicidad del sacerdocio de Cristo”, agrega el texto.
El mismo numeral recuerda lo dicho por Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, en su comentario a la Carta a los Hebreos, cuando afirma: “Y por eso solo Cristo es el verdadero sacerdote; los demás son ministros suyos”.
Un Doctor de la Iglesia es aquel santo que, por su erudición e importancia, es un importante maestro de la fe para los fieles católicos de todos los tiempos.
El numeral 1546 señala que Cristo es “Sacerdote, Profeta y Rey”.
El numeral 1548 establece que “en el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente a su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo Sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad”.
En mayo de 2014, al presidir la ordenación de 13 sacerdotes, el Papa Francisco dijo que eran “configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es decir, serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento”.
“Y con este título que les une a su obispo en el sacerdocio, serán predicadores del Evangelio, pastores del pueblo de Dios y presidirán los actos de culto, sobre todo la celebración del sacrificio del Señor”, agregó.
En abril de 2016, el Papa Francisco ordenó 11 sacerdotes. A ellos les dijo que “nuestro sumo Sacerdote, Jesucristo, eligió algunos discípulos que en la Iglesia desempeñaran, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para el bien de los hombres”.
“El Señor Jesús quiso elegir entre sus discípulos a algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor”, añadió.
Con la redacción de Walter Sánchez Silva, ACI Prensa