Ayer la presidenta de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, intervino por primera vez en la Asamblea de esa comunidad y lo hizo con un magnífico discurso que habrá preocupado a más de uno.
Y es que en sólo diez minutos, Rocío dijo cosas que muchos hemos echado de menos en las instituciones durante años. Un discurso que no tiene nada de populista ni de fascista, como vienen insistiendo algunos, salvo que ahora califiquen así un alegato 100% liberal-conservador en defensa de los derechos individuales lesionados por la izquierda: la vida, la libertad -para opinar y para educar-, la igualdad y la presunción de inocencia.
Y también en defensa de un pilar básico de nuestra sociedad como es la familia, sin duda la institución social más acosada por las políticas progres tanto de los partidos de izquierdas como de aquellos que presumen de “centristas”.
En su intervención, la presidenta de Vox Madrid se ha dirigido al PP y a Cs para señalarles que “lo que nos debe unir es frenar la agenda político-cultural de la izquierda”.
Ése debe ser el objetivo, y no limitarse a relevar a los partidos de izquierda para seguir haciendo las mismas políticas que ellos. En este sentido, Rocío ha recordado algo que algunos el PP y Cs parecen olvidar: “El voto de cada español es libre, no es cautivo. Los casi 300.000 madrileños que votaron a Vox no lo hicieron sólo para desalojar a la izquierda de las instituciones. Votaron, sobre todo, para cambiar las políticas de izquierdas, y deben comprender que si quieres los votos de Vox deben respetar a nuestros votantes y el mandato que nos han dado de acuerdo a nuestra representación. Ni más ni menos”.
Pero sin duda, el mejor momento de la intervención de la portavoz de Vox ha llegado en la segunda mitad de su discurso, cuando ha expuesto sus principios de la siguiente forma:
“Nosotros defendemos el derecho a la disidencia. Nosotros defendemos el derecho a pensar distinto y poder decirlo en libertad. El derecho a no pasar por el rodillo ideológico de la izquierda.
El derecho a decir y a defender que la persona es depositaria de unos derechos independientemente de su raza, de su sexo y de su orientación sexual.
El derecho a decir y a defender la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, y la familia como institución capital de nuestra sociedad.
El derecho a decir y a defender la verdadera igualdad, y que el feminismo radical sólo busca enfrentar a hombres y mujeres, arrebatando además a la mitad de la población un derecho fundamental: el de la presunción de inocencia.
El derecho a decir y a defender que no hay una interpretación única de la historia, y que la izquierda no puede imponernos su versión para enfrentar de nuevo a todos los españoles.
El derecho a decir y a defender una inmigración legal, ordenada y respetuosa con nuestra cultura.
El derecho a decir y a oponernos como padres al adoctrinamiento ideológico al que quieren someter a nuestros hijos.
En definitiva, el derecho a cuestionar y combatir el consenso socialdemócrata que tanto daño ha hecho”.
Una defensa del sentido común que provoca ataques de nervios
El discurso de Rocío, cargado de sentido común, conecta con lo que pensamos muchos que hasta ahora hemos permanecido mudos en las instituciones, porque los partidos se dedican a captar votos de derechas para hacer políticas progres.
Es normal que algunos estén tan nerviosos con Vox, porque un discurso así puede dejar a muchos políticos y medios en evidencia.