El Perú es un país de eternas contradicciones y permanentes confrontaciones donde las posibilidades de diálogo y concertación son solamente disparos al aire y malas intenciones, porque lo que en verdad nos domina es el arte de la pelea, la subliminal hipocresía y la evidente envidia. Sobrepasar y sobrellevar esta escena de la vida diaria, puede ser la llave que marque la puerta de la diferencia y con ello, la deferencia ciudadana. Por eso, tan divididos estamos con cerca de 40 partidos “con licencia para matar” (porque al llegar al poder pueden hacer lo que quieran y cuando quieran, abusando de ese poder), que, en cada uno de ellos, hay mayores enfrentamientos y acentuadas divisiones, especialmente si son de las múltiples izquierdas del odio (aunque no es patrimonio solo de ellas).
La soberbia y la vanidad se convierten en estas lides, en la imagen de seres que se creen todopoderosos y algo superdotados, porque hablan de mucho como si supieran de algo (y no saben nada de nada). Son “expertos” en economía (y no saben sumar), dicen destacar en temas de salud (y paran enfermos de codicia), se dicen saber y conocer el país (pero se ahuyentan ante una lluvia o simple granizada). Tenemos una feria de oportunistas y no se ven, no se escuchan ideas, tampoco propuestas, porque hay una larga espera para saber los nombres y para conocer los antecedentes de tantas joyas angelicales dispuestas a servirse del país (y no a servirlo). Excepciones pueden darse, es verdad, no todo es tan malo, pero falta separar el trigo de la inmundicia.
El proceso electoral del 2026 es un tema, el actual proceso político es otro tema y, las despiadadas ambiciones y degeneradas posiciones políticas y partidarias son el gran tema que nos envuelve en una serie de situaciones que se deben controlar y cuando sea necesario, reprimir. Esa es la palabra, reprimir para tener control, controlar para tener orden, orden para establecer garantías y con ello, aprender nuevamente a transitar en una mejor nación.
¿Lo hará el gobierno? ¿Se negará el Congreso? ¿Las instituciones, querrán cumplir el mandato de la Ley?
