Pretender que el Perú vivió un “conflicto armado interno” es parte de la “historia” que se contó vía la llamada comisión de la verdad y reconciliación y de su informe, santificado y pontificado por la caviarada como “verdad escrita en piedra”.
Lo cierto es que lo que se vivió en el Perú en los años 80 y parte de los 90 fue un periodo signado por el terror y muerte producido por dos grupos terroristas. Las acciones armadas subversivas fueron apoyadas desde diversos órganos de fachada como los llamados “asociación de abogados democráticos”, “el movimiento de obreros, trabajadores y campesinos”, “socorro popular”, “movimiento de artistas populares ” y otros , que no eran sino parte de los grupos terroristas.
Muchas universidades estaban infiltradas por elementos subversivos que usufrutuaban los recursos (presupuesto, comedores, clínicas, viviendas universitarias y otros) y captaban ahí nuevos “combatientes”. Cuántos “catedráticos” han envenenado la mente de miles de jóvenes. Muchos seguramente como el propio Abimsel Guzmán y otros que hoy son considerados víctimas.
La Fiscalía y el Poder Judicial no cumplieron con su trabajo debido a la infiltración que también sufrieron y a la extorsión y amedentramiento que realizaban los terroristas para que lograra una serie de fallos a favor de estos delincuentes. Los terroristas salían de las cárceles como “Pedro de su casa”.
Las cárceles eran “tierra de nadie” y llamadas “luminosas trincheras de combate”. Panfletos y libelos de todo tipo se vendían a vista y paciencia; el partido comunista Sendero Luminoso tenía su vocero que era El Diario y el MRTA, el semanario Cambio. Ambos circulaban bajo el manto de “la libertad de expresión “. Ni qué decir de otros medios que daban espacio a los terroristas so pretexto que estaban “informando”.
El Congreso no era la excepción. Abiertamente se promovía la tesis llamada “la trenza” que no era sino unir esfuerzos entre los grupos terroristas y la llamada izquierda parlamentaria (Ricardo Letts); el uso y abuso de comisiones “investigatorias” con las que frenaban la lucha antisubversiva acusando a las fuerzas del orden de diversos delitos contra los derechos humanos y desde sus escaños convirtieron el Congreso en “caja de resonancia” difusor de las acciones terroristas.
Los empresarios eran extorsionados y muchos de ellos fueron secuestrados y liberados previo pago de rescates que luego sirvieron para financiar las actividades terroristas. No olvidemos al asesino Peter Cárdenas, cabecilla del MRTA quien fue el responsable de decenas de secuestros y asesinatos y hoy vive en Suecia disfrutando de los saldos del dinero proveniente de los mencionados “cupos de guerra”. Como él, cientos de terroristas fueron liberados a partir del gobierno de Paniagua y otros tantos nunca fueron encarcelados como Luis Arce Borja, Avellaneda y otros de abierta participación pero que la encubrían bajo la fachada de ser “artistas, intelectuales o luchadores sociales”. Decenas de feroces asesinos tuvieron “la suerte” de que sus penas de cadena perpetua se transformaron en penas menores, gracias a lo cual gente como Martha Huatay hoy está libre.
A todos ellos se unieron los tontos útiles quienes desde el clero, el magisterio, la prensa y políticos como Valle Riestra, quienes por acción, omisión o ingenuidad contribuyeron con sus opiniones y acciones al fortalecimiento del accionar terrorista que, para los que se han olvidado o niegan adrede, se reflejaba en “paros armados”, bloqueos de carreteras, asesinatos, secuestros, destrucción de infraestructura, extorsiones y todo lo que vivimos en aquellos años.
Todo esto parece haberse olvidado y volvemos a las andadas. Estamos a punto de convertirnos en un narco estado “gracias” al accionar del narcoterrorismo en el VRAEM. Este junto a la tala y minería ilegales son fuentes de financiamiento de grupos al margen de la ley.
No volvamos a cometer los errores del pasado. La inacción frente al accionar de grupos proterroristas lo único que producirá es volver a los años de terror y muerte.
Publicado en eloraculodedontribi.blogspot.com