Las elecciones municipales en el Perú, son muy cómicas, demasiado chistosas, no existe un día que no nos hagan llorar de risa los aspirantes a un puesto público como alcaldes y es más, se unen al coro de artistas del humor los integrantes de sus listas, los así llamados regidores, que unidos a los jefes del elenco, son bárbaros parlanchines envueltos en casacas multicolores con el símbolo de su circo (es decir, partido político).
Nadie pretende exigirle a un candidato que tenga un intelecto superior o sea una luminaria o casi un premio Nobel. No podemos esperar candidatos con más pergaminos y diplomas que profesionales que destacan a lo largo de sus vidas, pero una pequeña muestra de decencia es lo mínimo que se exige. Por eso, al no haber consideración desde los candidatos hacia los electores, nos ponen en vitrina a postulantes que sólo podrían tener un prontuario como carta de presentación y de la misma forma, a personajes que brillan por sus estupideces verbales y de rutina.
Estamos “casi” obligados a votar por alguno de ellos, ese es el drama al que nos conducen las absurdas reformas políticas que han deformado todo concepto de la política en el Perú.
Pero vayamos a lo histriónico. Juan postula por un distrito de la periferia de Huancayo y propone como bandera de conquista del voto ciudadano, que todos los jóvenes de su distrito -que egresen del colegio-, van a tener un empleo digno en la Municipalidad a su cargo. ¿Podrá esa corporación absorber solamente 1,000 trabajadores cada año? (pongo un ejemplo en la cifra, que es muchísimo mayor por si acaso)
Rómulo es candidato en un pueblo alejado de Arequipa, a unas diez horas en caminos de largo trajín. Rómulo lidera las intenciones de voto con su promesa de construir un aeropuerto internacional en su distrito. Su principal oponente está alejándose porque ofreció tener la carretera con mantenimiento preventivo y asfaltado progresivo. Los vecinos quieren un aeropuerto internacional, el pueblo lo pide y un imbécil lo acoge.
Zaiya está en acción en la selva central, con música y bailarines hace su campaña con el slogan “una casa y un negocio, para ti vecino, que eres mi socio”. Nadie le ha preguntado que quiere decir con eso, todos bailan y festejan a Zaiya. Y en Lima la cosa es más interesante. En San Borja alguien dice que hará de ese distrito el “centro satelital de Lima moderna, segura, ecológica y turística”. Como ven, las tonterías no tienen patrimonio ni exclusividad, como aquél candidato que dice que todos tendrán derecho a celebrar sus cumpleaños y bodas con auspicio municipal, si marcas su símbolo, así que torta, música y dos cajas de chelas son la promesa que compra tu voto. ¿Y porqué no, si así estamos ahora, políticamente, incorrectamente?
No es tema de cultura, es un problema educativo el que ha traspasado todas las fronteras de lo correcto, lo lógico, lo real. Tenemos ignorantes, ladrones y pervertidos haciéndole creer a muchas gentes que sus distritos serán como Suiza y como Suecia.
A eso nos llevó la reforma política y ahora, piden otra reforma política más. ¿Para qué? Si vivimos en Suiza y morimos en Suecia.
Imagen referencial: Nuevo Bugatti La Voiture Noire captado paseando por las calles de Zúrich, Suiza