Hasta el momento, van cerca de quince auto nombrados “candidatos presidenciales” que han salido de las cuevas de las izquierdas del odio, aquellas escalofriantes y oscuras zonas ocultas desde donde conspiran y traman contra el sistema democrático y nuestras libertades, los escombros del pensamiento marxista, los que se dicen muchos nombres distintos al que antes les enorgullecía: “comunistas”. Y es que ya no son el pensamiento de Marx, Lenin y Engels aplicado a la realidad nacional, tampoco se mueven gritando “guerra popular del campo a la ciudad”, ya no exclaman que la lucha de clases es el motor que los inspira tanto como la lucha armada. Hoy son una mezcla y burla de sus negaciones y en base a ese enredo constante, van confundiendo y engañando a los peruanos para seguir en el poder -del que no salen hace más de veinte años- destrozando la institucionalidad tan precaria que tenemos.
¿Están el poder? Por supuesto. Llegaron, de malas formas y con un silencio tolerante, de los ciudadanos y de los medios no ideologizados, muy democrático, absurdo y permisivo, pero eso se ha “volteado” desde las redes y en la voz de quienes no comparten la violencia de “los revolucionarios” que empujan a sus víctimas hacia el abismo que motiva a las izquierdas del odio. En ese sentido, han aparecido en diversos medios de comunicación quince auto nombrados candidatos presidenciales, de los cuales ni uno solo ha sido o ha seguido un debido proceso de elección al interior de algún partido político (marxista leninista, socialista, progresista, comunista, de colores…).
Van saliendo y van terminando sus fugaces apariciones, se trata de personajes que han fracasado en todo lo que han hecho, carecen de ideas y de propuestas, algo común en las izquierdas de cualquier procedencia o marca.
Y lo reafirmamos en nuestra crítica: son incapaces de tener agenda propia, se sirven de lo que los medios les dicen y ordenan lo que deben de repetir, siguen libretos y guiones de oenegés o grupos de presión que anidan elucubrando respuestas que se convierten luego en “políticas públicas” sin serlo.
El panorama es el mismo de siempre pero aumentado. No son tres o cinco, son quince y pueden ser treinta los rostros magullados de loas izquierdas del odio, empecinadas en seguir hundiendo al país.