El silencio y la sumisión son dos males que se esparcen rápidamente e ingresan a los cerebros y el dominio de la mente de las personas, peor que cualquier virus, más intenso que cualquier amenaza. Los ciudadanos, aceptantes de todo y por todo, en silencio casi siempre, no se rebelan, no contradicen, no objetan, no protestan, se ven reducidos por apatía, también por miedo, cobardía, por sometimiento que reciben y no rechazan, aceptación voluntaria del mal, contradictoriamente por una indiferencia sin miedo y por una indiferencia por costumbre social, como una costra que ya está dura encima de cada neurona.
Sometidos estamos, fregados seguimos, callados nos movemos, esto es increíble porque la jungla de los robots deshumanizados -nosotros-, sin inteligencia artificial y siempre ausentes de usar nuestra propia inteligencia, se expande sin algoritmos y está “maquinizada” en una computadora que se ubica en las nubes del pensamiento ajeno. Podemos aceptar y rendirnos aplaudiendo ante cualquier estupidez porque negarla sería calificado como racista, clasista, reaccionario, conservador, derechista, facho y lo que sea y esas palabras… vienen de una indiferencia con miedo, sin miedo o por costumbre social.
Construímos el reino del silencio y de la apatía, destruímos el mundo de la democracia y la Libertad.
Tenemos excusas para cualquier negación, huimos de cualquier afirmación. No se quiere decir que “un hombre es hombre o una mujer es mujer”, porque ya no es el verbo vigente de los ignorantes y las masas alineadas en el curso de la sumisión global. Ahora son más ignorantes y más negacionistas los ignorantes y los negacionistas, imponiendo nuevas formas descriptivas, nuevos usos del lenguaje, nuevas abominaciones, pero impuestas y por redundancia insistente y tal vez sin imponerse, como que “mejor las aceptamos amigue” (¿es así?).
Los ciudadanos han desaparecido y están aceptando el sometimiento de los que destruyen principios y valores, de los que cancelan la virtuosidad, el amor, la familia, el cariño, la lealtad, el deseo de ser más y mejores, el progreso y la felicidad.
El canto ya no emite sonidos hermosos, ahora es el grito iracundo el que entonan los más jóvenes en un martilleo incansable y a todo volumen, la poesía ha sido reemplazada por el slogan y los poemas son lemas del odio y de venganzas. Un mundo arrodillado al crimen político, a ideologías de la violencia, al templo infausto de la impunidad.
¿Existen responsables? Claro que si, mírate en el espejo de la realidad: Así como se dice ellos y ellas, y nada más que imponer, también se dice en una sola palabra: responsables, ellos y ellas, tú y yo, que a veces no pasamos de donde estamos y no queremos ir adonde debemos asistir: a la pelea por la Libertad.