Ser de izquierda es una condición amoral, perversa, recalcitrante. No existe izquierda buena, ni izquierda conversable, menos aún se puede hablar de una izquierda responsable y sería una locura y torpeza que alguien diga “izquierda democrática”, porque eso, es una negación entre el totalitarismo y la Libertad. En estos tiempos por ejemplo, el espacio de las izquierdas es más pequeño que la totalidad de sus grupos, ya que van desde ambientalistas, progresistas, huele fundillos, masca piedras, comunistas, terroristas, los ecosistemológicos, los que abominan de los grupos LQQD y matan a los LGTBIQ etc. Entonces, edulcorar definiciones que de repente alguien usó en el siglo pasado, no tienen vigencia ahora, son insostenibles.
Ser de izquierda, por eso, es una mezcla de oportunismo y definiciones oportunistas, acomodadas en un tiempo en que lo que se busca no es la lucha por algo bueno y cierto, sino la pelea por mantener en la opresión, esclavitud y avasallamiento a las mayorías de una nación, gentes que en la angustia del empleo que se puede perder, en la desesperación del salario que no se tiene para sobrevivir, caen en el silencio y en la NO participación, con lo cual la ciudadanía pierde sus espacios y los delega a los izquierdistas, a los dueños de la ocisosidad burocrática, de los partidos del odio donde anidan con salarios del sudor de los más pobres, los que siempre están en cargos y funciones públicas “de favores” (sobretodo, NO elegidas, sino nominadas por activismo o militancia violenta, a dedo).
El fracaso absoluto de las izquierdas, no es algo que se derrumba y desaparece, ya que las habilidades de los que dirigen las escuelas del odio polpitico, les hacen invertir en negocios que los sostienen ante la opinión pública, como es el caso de ponerle millones en publicidad o inversiones indirectas, desde una municipalidad, gobierno regional o gobierno nacional, hacia los medios de comunicación. Se compra la redacción de la mentira, para abolir a la verdad.
Las izquierdas ya no hablan de lucha de clases, de proletarios ni burgueses, porque sus dirigentes son los opresores y los dueños del capital estatal, ya no dicen revolución en marcha porque viven y promueven la explotación humana. Las izquierdas de su fatalidad, son lujos, placeres, perversiones, destrucción de otros para mantenerse ellos, ellas y ellos, por encima de nosotros.
Sin embargo, ese mundo se agota por las luchas desde las redes sociales en cada ciudadano, en especial desde los más jóvenes, que no asisten a la escena de ponerse de rodillas, sino al estrado de la voz que se impone en Libertad, sobre los soldados de la esclavitud.
Se agota el mundo porque ha descendido demasiado y cuesta levantarse, pero hay motivos para ver un camino de racionalidad, aún hay esperanzas para vencer al totalitarismo de las izquierdas.
Los delirios de las izquierdas en su triste involución, las están llevando a una nueva etapa, muerte súbita. Y asistimos por eso, a su entierro ideológico, a su incineración absoluta.