Acostumbrado “al chou”, Pedro Castillo Terrones, fanfarrón y mentiroso compulsivo, parece haber recibido un nuevo entrenamiento en la celda donde purga espera hasta su sentencia por la innumerable suma de delitos perpertados contra el país. Esa situación de necesaria espera, la tensión propia del abandonado por su propia familia que huyó del país dejándolo -por despecho y traición de billetes- junto a la prima que es sobrina y algo así como una entenada, es de telenovela y corralón. A Castillo se le relaciona con inconductas en el hogar y arrebatos de inconductas fuera del mismo; no por gusto es de un grupo que ha hecho de las acciones “sindicales” una forma de vida alejada del trabajo para el cual fue contratado.
También, a Castillo se le relaciona con inconductas en Palacio de Gobierno y arrebatos de inconductas fuera del mismo; no por gusto -miren la relación inocultable- es de un grupo político que ha hecho de las acciones “militantes” una forma de vida alejada del activismo para el cual fue seleccionado entre una baraja de iguales (iguales inmorales, en nuestra opinión). Castillo es lo opuesto a un padre de familia honorable o mejor dicho, responsable. Castillo es lo opuesto a un dirigente político honorable, o mejor dicho, a un aspirante a líder, porque su entrega a la criminalidad lo derrumbó.
Es así que en su período de carcelería, el reo ha intentado trascender inventando muertes y disparos en su contra, ametrallamientos fantasiosos y envenamientos consecutivos que lo han matado tantas veces, como sus mentiras se repitieron. Por eso, desde que fue conducido por la justicia a prisión, el reo ha subido de peso por lo menos diez kilos y sigue engordando cada vez más, porque es sedentario, no camina, no hace ejercicios, duerme más horas de las que está despierto, para mirando dibujos animados por la televisión, se pone a observar revistas de fotografías (no le gusta leer y dice ser Maestro).
Los desequilibrios y maniobras de tan histriónico golpista llegaron a su clímax estos días, cuando al estar con indigestión por exceso de ingesta de carbohidratos y al no tomar líquidos en mínima cantidad, se le produjo un embalonamiento (hinchazón o distensión abdominal provocada por comer en exceso). Para ponerlo en otros términos: se taponeó su barriga y había que sacar, succionar, desatorar y limpiar, vía un enema, tremenda congestión de alimentos. Tarea difícil en un obeso consuetudinario.
Sin embargo, para los fervorosos enfermos de la militancia del partido comunista Perú libre, de su socio, el prófugo Vladimir Cerrón, un grito los unía al expresar “lo están matando a Pedro”, “otra vez se nos va a morir”, “no lo quieren medicinar” y cosas más, con el mismo guión de frases falsas para un muerto que no ha fallecido.
En resumen: la telenovela del que sacó los pies y uñas desde Palacio, es “un golpista con indigestión”.
Con información de fuentes internas del reclusorio, cuya identidad mantenemos en reserva.