Veamos el todo, para entender las partes: Ollanta Humala asume la presidencia del Perú luego de cambiar su discurso violento de la primera vuelta. El país fue testigo de un amplio ingreso de promociones “caviares” consolidadas, que se habían ido formando desde tiempos de Paniagua en el Estado, ocupando cargos en el gobierno, lo que fue ampliado con Toledo y se mantuvo durante García, algo que significó un “dejar estar, dejar pasar” (no un dejar hacer).
Después de Humala y esos tiempos en que la economía fluía y avanzábamos a ritmo lento, pudiendo hacerlo a velocidad intensa, caímos en el pésimo tiempo de Kuckzynki que quizo convertirse en un político que quería trascender, aliándose con caviares y mercantilistas, siendo de nuevo lo mismo: un burócrata “businessman”. Y es por eso, por los negocios y los negociantes, que PPK cae en sus propias redes y débil poder, siendo traicionado por su propio vicepresidente, quien reimplanta a los caviares en “el dejar hacer”, para así construir varios frentes de dominio y posición con los medios, las fuerzas armadas, la policía nacional, oenegés de cierta importancia y diversos aliados en provincias, como los caudillos de los gobiernos regionales, en especial aquellos aliados o relacionados con actividades ilícitas (contrabando, narcotráfico, minería ilegal).
El país sin embargo, por esas cosas que nadie logra explicar, seguía su rumbo (no su destino) y de eso, se aprovechó la nueva estructura de gobierno que recibió como una bendición –para robar- a la pandemia del coronavirus, increíble.
En consecuencia, las izquierdas que rodeaban y merodeaban durante décadas las decisiones de gobierno, comenzaron a asumirlas abiertamente, inaugurando el tiempo de los caviares que se presentaban como los iluminados, expertos, referentes y voceros de las nuevas verdades. Otra vez, increíble.
Vizcarra hizo que las izquierdas más preparadas, no decimos para qué, pero así se anunciaban menospreciando a las otras izquierdas “cholitas”, ocuparan los ministerios de educación, salud, cultura, de la mujer y el imperio de los mini cárteles de los programas sociales –el MIDIS- que le aseguraban una plataforma política de clientelismo, para lo cual introdujo en el gobierno las asesorías millonarias de imagen y control ciudadano.
Sin embargo, las epidemias políticas no son eternas y la pus brota sobre cualquier infección que no se trata correctamente. Y por eso, Vizcarra fue derrotado por sus equivalentes del Congreso, con las izquierdas de la mano, que al subir Merino, lo ajusticiaron y Merino lamentablemente, no tuvo sensatez para responder y defender la Constitución e imponer el estado de derecho.
Así vino Sagasti, una especie de PPK sin dinero pero con buen trato y círculos caviares listos para sacar “a los moqueguanos” y poner a sus primos, hijos, entenados y parejas.
De todo esto derivamos en Castillo, por culpa de todos los que no quisieron unirse, cuando la evidencia nos decía que los herederos de Sendero y el MRTA estaban en línea de carrera, cuando no era, como nunca fue ni será, que Verónika Mendoza subía y podía ser una opción al balotaje (lo más tonto que se pudo escuchar en esos tiempos).
Finalmente, ¿Ahora ven cómo estamos? ¿Volveremos a los fracasos?”
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