Es por temporadas que las izquierdas del odio van sembrando su improvisada queja y cólera contra muchos y por todo lo que se les ocurra. Ni siquiera se dan cuenta que la mayoría de las estupideces que dicen y gritan como acusaciones y agresiones cobardes, se les revientan a ellos en sus techos de vidrio.
Un claro ejemplo es el de una congresista “de identidad sexual indefinida por ella misma” cuyo asesor “trans”, amigo homosexual, camarada gay y jefe de campaña de -en nuestra opinión- las ideas de la perversión, es nada menos que un convicto sentenciado a cadena perpetua por agresión sexual a menores de edad y, sabiendo de esos crímenes horrendos la ultraizquierdista parlamentaria, se hizo de la vista gorda mucho tiempo hasta que los familiares de las víctimas lograron ser escuchadas y con ello, un medio fue el que en solidaridad e identidad en la lucha contra el abuso sexual típico de estos hipócritas izquierdistas, ayudó a que se conociera por la justicia la red del criminal y así, fuera capturado, procesado y sentenciado el asesor trans, pero quedando en duda desde dónde y hasta dónde, su jefe, la congresista, pudiera o no ser parte de ese delito.
Los políticos de izquierda, en especial de género femenino, aunque se digan trans, gay, lesbianas, binarias o alguna de la decenas de usanzas que ni ellas entienden, son violentos, se creen con poder de golpear a los indefensos, se apropian de una especie de voz impositiva contra los más pobres para decomisar o robar sus pertenencias si son trabajadores ambulantes, por ejemplo; viven gritando y usando grupos de ataque para hacerse ver como autoridades del “nuevo orden” local, regional o nacional. Pero en realidad, son el reflejo del odio y la acción subversiva en pantalla.
Esos odios siguen una tendencia de ataques. Lo han hecho por décadas y en varios frentes incendiarios, desde la palabra resentida, el disparo que hiere, hasta la explosión asesina. Son pedantes, soberbias, vanidosas en sus lenguas viperinas e hígados descompuestos.
El nuevo temor de esas izquierdas del odio, es el actual Alcalde de Lima, pero han tenido un gran problema: el Alcalde los enfrenta y como los ciudadanos en las redes sociales, López Aliaga no se calla y responde duro a los marxistas y corruptos vestidos de progres o caviares.
La tropa del sicariato mediático está herida y por eso, es más peligrosa. Y por eso hay que estar más alertas y unidos, no cayendo en el juego de pelear entre nosotros por “opiniones”, sino de hacer de los objetivos comunes, la fuerza vencedora contra la suciedad de las izquierdas.