Todos los que se denominan líderes o dirigentes –en el Perú-, cuando ascienden a un cargo público, llaman de inmediato a brazos derechos y pies izquierdos que los llevan por los peores rumbos, por las peores gestiones y los más grandes desaciertos. Son los llamados “asesores”, cuyo rol jamás es el de asesorar, sino el de actuar como una especie de jefes de los operadores políticos de sus “jefes” (contradictorio, pero cierto).
No es el colmo, es la realidad a la que nos hemos condenado por aceptar reforma tras reforma, cambio tras fracaso, improvisación tras inventos. Es el Perú pues, es la tierra que se sacude y vuelve a aspirar el polvo del desconcierto. Es la nación que herida en el alma y sufriente en el corazón, le cree a los impostores, sabiendo lo que son y rechaza así las verdades, porque son ciertas, porque nos ponen en el espejo de la realidad y porque exigen que hagamos cosas que no deseamos hacer.
La dificultad –concepto- es una marca Perú que aceptamos y compramos sin estar a la venta. El enredo se une a la dificultad, el caos es la mezcla perfecta para subsistir. Así hemos construido esta locura de nación, que siendo extraordinaria, sobrevive en medio de todo y de todos los que la hieren y la desean ensangrentar.
Reflexionemos un momento: ¿Qué está sucediendo para que no suceda nada? Que aceptamos como algo natural la estupidez, la ignorancia y la incompetencia política que pone leyes y reglamentos a la Libertad, para que se estanque la democracia en una especie de lodazal que está secándose y se transforma en concreto indestructible. Somos talentosos permisivos y nos dividimos cada día más. No tenemos dos, cuatro o quizás seis partidos políticos, sino cerca de treinta kioscos ofreciendo en la feria impopular, que uses los dardos para pinchar los globos de la desesperanza, a cambio de un muñeco de felpa al que se le colocará la banda presidencial. ¿Es un chiste? Es lo que ocurre hace décadas.
Estamos esperando un salvador que nacerá en las aguas del desagüe, un iluminado que oscurecerá las tinieblas, el héroe de la traición y el campeón de la estafa. Y lo sabemos, y lo aplaudimos porque somos así, los peruanos somos así.
Los ciudadanos nos perdemos en la ausencia para evitar malestares. Eso, eso nos han provocado “los políticos” (está entre comillas, no se enfaden los auténticos, hay que mencionarlo). Imaginen entonces, si les piden a esos políticos fragmentar el país, harán un partido nuevo, es lo más sencillo para descuartizar al Perú.
Por eso digo, no se rían como ayer, cuando afirmaban que era imposible que un incapaz llegue a ser presidente. No se rían como antes de ayer, cuando muchísimos aseguraban que era imposible que cualquiera pudiera ser candidato y “los cualquiera” (no los nadie, estoy diciendo los cualquiera), fueron candidatos elegidos, congresistas elegidos, ministros nominados por los elegidos, alcaldes rotatorios de cargos municipales (hoy alcalde, luego gerente municipal y de nuevo alcalde), gobernadores regionales, presidentes de directorios de empresas del Estado o de organismos reguladores… y hasta embajadores. ¿No les da vergüenza eso? A tí te pregunto, a ti ciudadano embobado y alejado del compromiso de la participación activa y efectiva.
Esa es nuestra imagen de hoy: un calabozo donde los truhanes y pérfidos gobiernan. ¿Y qué esperamos en este casi cadalso? Que vengan los jinetes del apocalipsis, aunque no lo crean, pero eso esperamos.
Nos dicen que mejor era…(y sueltan decenas de locuras creativas).
Démonos cuenta que “mejor es”, mejor es “hacer”, hacer lo mejor es “atreverse y hablar”.
Nota de Redacción: el presente artículo se publicó originalmente, en forma simultánea, este día 3 de enero de 2023, en https://voxpopulialdia.com/