Es evidente que en el Perú existen muchos problemas y de ellos, los de tipo político se superponen a los demás, como en una especie de suprema eternidad que a los ciudadanos no les interesa resolver, porque de lo contrario, hace mucho tiempo que se hubiera fusilado a los criminales que van destruyendo la frágil democracia que no logra constituirse en nuestra patria hasta ahora.
Es un asco todo el sistema político peruano, esa inmunda suma de municipalidades que no hacen nada positivo por los vecinos que los eligieron -como si estuvieran sometidos a los circos locales de caudillos de barrios de apuestas-, esa repudiable estructura regional que se convierte en la guarida de los faites y sus bandas, ese congreso que no es de la República que anhelamos -sino de la fonda y el desague que sus miembros representan flotando en asquerosas complicidades-, ese gobierno nacional de presidentes corruptos y cobardes, sinverguenzas repetidos y ministros de la misma calaña, que se ofrecen por dinero a ser cuerpos de fajín, con tal cobrar del hambre de los pobres y del esfuerzo de las clases medias…¿Sigo?
Y es en medio del enorme círculo del crimen desorganizado (muchos mini cárteles por sectores de interés y de presión) que las instituciones son solamente un nombre en una placa, porque no son nada, no sirven para nada. ¿Y los ciudadanos? Creemos que mejor es seguir “en lo nuestro”, mirando sin ensuciar nuestras vidas, observando sin contaminarnos, callando pero mordiendo los labios hasta que lleguemos a explotar, algo que no sucede por décadas. No hablo de estallidos sociales, eso es una tontería que alguien le puso como nombre a la asonada comunista contra la Democracia en Chile y quiere replicarse en otras naciones con este nivel de desestabilización frecuente.
Fíjense bien: Si uno se pregunta o hace la pregunta de quién lidera a los de la caricaturesca toma de Lima, nadie sabe quien la dirige, quien la representa. ¿Porqué? En nuestra opinión, porque los neosenderistas de Cerrón, Mendoza, Castillo y su mancha sucia, carecen de convocatoria, son rechazados en sus arengas, pero deben ser rechazados en todo sentido, mensaje y actitud, para provocar que la ciudadanía sienta que el camino de una Democracia fuerte comienza enterrando a las izquierdas del odio.