No es una historia nueva ni una histeria en extensión, porque se trata del mismo “modus vivendi” que las izquierdas del odio impulsan en su diario sistema de supervivencia, basado en hacer del odio, la envidia y el resentimiento, una forma de explosión buscada para reventar a los demás, a los ciudadanos y sus familias, en un intento de dominación a golpes de palabras, en una secuencia de disparos para que no respondan los afectados, como si lograr el silencio de las víctimas fuera un paso gigante en la conquista del poder sobre las personas.
Pero ahora, eso no les resulta a los enfermos de los progres, ni a los frustrados caviares, tampoco a los socialistas, marxistas o neo marxistas, eco-terroristas, tránsfugas permanentes de partidos que se anuncian un día y expiran al siguiente… a ni uno y a ni una se les activa la maldad en toda su miserable práctica, porque les salen al frente y de frente, los ciudadanos -en especial los más jóvenes- para responder y darles su merecido golpe de “cállense ustedes, sinvergüenzas, ignorantes, ladrones, corruptos y, si los hay y debiendo decirlo, terroristas”.
No nos callan y nos detienen, ya no se trata de dar como un hecho impuesto el antiguo precepto que no se había interpretado en su forma justa: “dar la otra mejilla”. No era voltear la mirada, no era poner el rostro del lado opuesto y que sigan los golpes y los agravios. La otra mejilla, es la de no callar, es la de la fuerza moral ejercida de inmediato, es la de los puños de la verdad y por eso, nos tienen miedo los progres, caviares y demás ignorantes e imbéciles que sueltan cualquier estupidez o insulto contra nuestros principios, valores o Fe, ilusionados esos cadáveres de podredumbre, con que nos van a avasallar.
En estos últimos años, a las izquierdas del odio se les ha vuelto un “deseo” atacar a la Iglesia Católica con una secuencia de agravios, teniendo en Santa Rosa de Lima, la Procesión del Señor de los Milagros y la Santísima Virgen María, sus objetivos de ofensa, uniendo lo LGTBIQ al ese mensaje, queriendo dar a entender que por un lado la Santidad, el fervor popular y la veneración pueden tener una forma despectiva de tomarse a burla, pero cometen el error de “juntarlo y dibujarlo” con los sectores LGTBIQ que se supone “ellos y ellas” defienden. No es así y no les resulta, porque la dignidad de una persona LGTBIQ no necesita su realización, deformando imágenes de culto, de religión, de convicción en la Fe y poniéndoles sus colores -del arco iris- al agravio.
No interesa el cómo o el porqué, para las izquierdas del odio y del robo, para las izquierdas de la corrupción, la degradación y la impunidad, la intención es pegar, ofender, dañar, matar, insultar, atacar cobardemente y mentir siempre, para que el afectado se quiebre y calle. Sin embargo, piñas ellos, los miserables, porque queriendo ser el estándar de la autoridad moral del odio contra todos, han quedado nuevamente evidenciados en la porquería de donde proceden y adonde deben terminar de extinguirse, ahora y siempre.
Los “sumun” de lo nuevo absurdo que reemplace lo bueno permanente, no dan para más y eso, nos alegra.