Vivimos en los tiempos de proponer para todo la misma palabra: “reforma”. Pero luego de cada propuesta de reforma, viene en el corto tiempo de nuevo la palabra “reforma”, porque en esencia, nadie reforma a los reformadores y allí es que residen todos los problemas de la sociedad reformada tantas veces por los mismos “reformadores”, porque desde los medios de comunicación, desde muchas ONG’s y desde los estamentos de gobierno y oposición a los gobiernos, ubicamos a los que hacen todo lo posible para que no funcione la reforma que ellos mismos propusieron y que ellos mismos impiden que se realice.
He visto, leído y revisado decenas de encuestas efectuadas en Chile y Perú en especial, todas son coincidentes en el modelo de preguntas, en el tamizaje, en la secuencia del denominado estudio (y no es estudio, es una encuesta), en la orientación y sugerente inclinación y finalmente, en los resultados, evidentes resultados que se pueden obtener sin pensar en encuestar.
El trabajo de investigación genera un problema de origen si está ideologizado y también, politizado. No es posible pretender demostrar anticipadamente lo que uno quiere, cuando en lo honesto y profesional, el trabajo de la encuesta debe cumplir un rol independiente de las posiciones de los que organizan las encuestas, porque se convierten en grupos supletorios de los partidos, interesados en destruir imágenes y no en descubrir realidades.
No se hace una encuesta para destruir o para encumbrar, eso es absurdo. La encuesta en el trabajo de investigación, es la captura de la película del momento, ubicada en las fotografías de la opinión del instante ciudadano. Por eso el rol de las preguntas debe ser fruto de un amplio e inclusivo trabajo horizontal de ubicación de pareceres externos, no de los propios conceptos o sentimientos.
De esta forma, vemos que las interpretaciones sobre los resultados de las encuestas referidas a los partidos políticos y su rol, no tienen construcción sobre el porqué, el cómo, a qué se debe, por dónde conduce, qué motiva, qué genera rechazo y debajo de todo eso, nuevamente “porqué”.
Por ejemplo, “el 75% rechaza a los partidos, un 15% los considera necesarios y un 10% no sabe ni opina”. ¿Porqué los rechaza? ¿Porqué los considera necesarios? ¿Porqué no quiere opinar o no sabe qué decir? Esas preguntas, ¿Tienen explicaciones de los investigadores sociales, de los antropólogos, de los sociólogos y analistas de diversa especialidad? ¿Hay consenso en ese análisis y se tienen resultados de esas mesas de interpretación diciendo “a qué se debe ese resultado”? No, y eso es lo dramático porque se hacen charlas, discusiones, convocatorias y diálogos donde se habla de los resultados pero no se interpretan los orígenes, causas, status y proyecciones de los resultados a partir de los cuales vendrían las reformas y no al revés.
Tan simple es saber, ¿Existen partidos políticos como organizaciones representativas de la sociedad civil? ¿Qué partidos conoce usted? ¿Qué es un partido político, como se forma, quien lo conduce? ¿Qué representa el partido X, el Z, el H? ¿Es importante tener un componente doctrinario o es la ideología lo que debe primar? ¿Sabe usted qué es una doctrina y cuál es la doctrina que tiene cada partido y cual es su plataforma de lucha? ¿Los partidos son escuelas inclusivas de educación cívica y formación política para el ciudadano y sus familias? ¿Qué cambiaría en los partidos que usted conoce? ¿En verdad, usted cree que existe acción colectiva, voluntaria, de articulación ciudadana? ¿Hay que repensar desde la imposición de una Ley, a los partidos políticos?
Como puede ven, el tema es de varios puntos de apoyo, no sólo de las encuestas.
Los partidos políticos tienen que retroceder en el tiempo para volver a organizarse como antes de las crisis de gobernabilidad, encendiendo el motor de la actividad institucional con las herramientas de la modernidad, transparencia y democracia (paradójico parece esto, pero ni uno es democrático).
Se necesitan “dirigentes” que no sean enchufes múltiples, algo así como sacar a los eternos y repulsivos dueños de los procesos electorales con cada cédula con su nombre, en cada elección (candidatos a todo, todo el tiempo, siempre, desplazando la renovación y autenticando la manipulación y la dictadura interna).
Dirigentes, especialistas en cada tema de referencia para la generación de ideas y propuestas hacia la ciudadanía, constructores de políticas públicas y defensores de los derechos fundamentales, organizadores de colectivos para acciones de solidaridad y reivindicación. Los partidos necesitan dirigentes y un esquema simple de escalas (línea de carrera) hacia la renovación y ascenso, necesitan ser autofinanciados con cuotas sencillas pero obligatorias para sentir que se es parte de una inversión en todo sentido, hacia una mejor democracia y una mayor libertad y así garantizar su sostenibilidad mínima en el tiempo, en vez de estar buscando quitarle a los ciudadanos sus impuestos financiándose desde el Estado.
Tiene que existir una consecuencia de ideas, propuestas, asociatividad individual, acceso a la línea de carrera interna -lo repetimos, acceso- y también, un procedimiento y requisitos propios para la tarea de representación popular o ingreso a la función pública temporal, por designación política en tiempos de gobierno o coaliciones de gobierno.
Estas son algunas sugerencias, algunas reflexiones, pero iremos colaborando en el debate, porque es amplio y urgente.