Alguna vez, quizás, hubo un intento moderado de gentes que se decían ser de izquierdas, por imprimir una agenda consecuente con los anhelos minoritarios de algunos sectores de la población que requerían representación y dirigencia para conquistar sus ideales. Alguna vez, quizás.
Aunque parezca poco probable que el marxismo leninismo tuviera acogida en el país, nunca faltó un imbécil que, junto a muchos ignorantes, pretendieron impulsar ese odio de la lucha de clases hacia la conquista del poder popular y lograron “algo” en el tiempo, pero no por el marxismo leninismo, sino por una mezcla de discursos “anti” y algunos rostros conciliadores. Así ocuparon escenarios temporales de gobierno, como es el caso de Alfonso Barrantes con una correcta y singular gestión ciudadana en la Alcaldía de Lima y por otro lado, la convicta Susana Villarán, en el mismo podio, pero desfalcándolo y ensuciándolo, como es lo clásico desde que las izquierdas sintieron que para eso nacieron, para tomar el poder local, regional o nacional y robar el sueño y los anhelos de la población confundida. Evidencias abundantes repugnan.
Dos de los mayores crímenes contra la humanidad, son el hambre y la miseria, junto con la corrupción y el genocidio. En esos terribles actos delictivos con origen político (ideologías del odio y pensamientos de ira subversiva) las izquierdas tienen una grave responsabilidad al haber creado el proceso Odebrecht, causando millones de nuevos pobres y extremadamente pobres, aumentando los afectados con la corrupción (menos escuelas, menos educación, pésima educación, ausencia de servicios de salud, carencia de alimentación y nutrición, desprotección ciudadana, desempleo, desincentivos al emprendimiento, préstamos impagables, etc.).
El daño a la sociedad civil es incalculable si vemos los efectos en las generaciones afectadas directa e indirectamente. Por cada nuevo pobre, habrá cinco más. Y por cada extremadamente pobre, otros tres aumentarán esa regresión humana. Esta maldad contra las familias, contra los obreros y campesinos, contra los trabajadores y sus familias, contra los jóvenes y en especial contra las mujeres, tiene un solo culpable por efecto e insidia: la izquierda, esa peste de odios en la que están revueltos los caviares zigzagueantes, junto a los terroristas que liberaron mediante las nuevas sentencias de “nuevos” procesos de la “nueva justicia” impuesta por organismos internacionales que se burlaron de los muertos que causó Sendero luminoso y el sanguinario MRTA, y los medios activistas de comunicación y desinformación, que con sus militantes desesperados por “dinero y favores a cambio de”, son capaces de cualquier invento, mentira y manipulación, herencia de los tiempos con su “padre” (a) “el lagarto”, el mayor criminal de la historia del Perú.
Por eso, ahora, libres e inmaculados -según ellos mismos- los de las izquierdas se creen intocables y tienen la osadía de reivindicar extorsionadores como ángeles victimizados, pervertidos voceros de la inmoralidad mediática, ladrones objetores de inconciencia frente al Estado de Derecho, pero, eso no importa así todos los medios de comunicación o gran parte de la prensa deshonesta lo decidan imponer, porque la verdad es una sola y la realidad también.
Hoy en el Perú, hagan lo que hagan, griten como lo ladren y eructen, las izquierdas están en sus peores momentos, porque no se les cree nada a los que mataron y quieren volver a asesinar al pueblo, para sentarse en el poder y vivir de la miseria ajena que les gusta aumentar.
Imagen referencial vía RPP archivos