La irresponsabilidad de algunos medios de comunicación peruanos y extranjeros, así como el compromiso irregular de otros servicios de información que manipulan las noticias a cambio de buscar prebendas y otras formas de financiamiento fuera de su publicidad, auspiciadores y público suscrito con regularidad, hace que un estornudo sea un huracán o que una pérdida humana –de un terrorista colocando artefactos explosivos- se convierta en la muerte de un mártir “por la democracia” (así, con comillas lo ponemos, resaltando que no es la verdad, sino que se trata de un invento de mártires inexistentes, siendo asesinos en potencia).
Toda persona que deja de vivir es un dolor siempre, para la sociedad, para sus familiares, para sus amigos, compañeros, vecinos; es un dolor inmenso, sin embargo, hay dolores que causan tragedias adicionales por largo tiempo, como el que un terrorista empuje a la muerte a un joven campesino, inocente ciudadano o niño aún que le ha creído que la protesta con violencia es justa, que disparar una carga de bazooka es atarantar –sin causar daño- a la Policía, que colocar un coche bomba es parte de una justa reivindicación popular… y no es así, eso no es cierto, porque las vidas más jóvenes tienen mayores anhelos y esperanzas y los dirigentes comunistas no tienen derecho a manipular la conciencia limpia de las mentes jóvenes, inculcando odio, resentimiento y cólera constante hasta formar en ellos una ira incotrolable.
En el Perú, hemos visto con pesar y amargura, cómo un ex presidente comunista, lleno de odio, corrupción y envidia por cualquier diferencia cultural, educativa, laboral, social, familiar, económica o de residencia urbana, incentivó mayores alejamientos y nacientes enemistades en un pueblo que vive históricamente de la alegría de la unidad ante la adversidad. Ese presidente del odio, Pedro Castillo, purga carcelería mientras se sigue su proceso judicial para sancionarlo por haber actuado flagrantemente en contra del Constitución Política del Perú, decretando en cadena nacional un golpe de Estado, el cierre ilegal del Congreso de la República y la represión contra todas las instituciones garantes de la estabilidad democrática en el país.
Felizmente nuestras Fuerzas Armadas dijeron ¡No a la dictadura comunista! Y por eso, rechazaron y dieron acto seguido, luego de la declaración de vacancia del Congreso, al protocolo de defensa de la ciudadanía, establecido en nuestro ordenamiento constitucional, que guste o no guste, existe y se debe de respetar, en cumplimiento del debido proceso legal.
Castillo está en prisión pero sigue manipulando, sigue haciendo el teatro de la víctima, del oprimido, del hombre supuestamente bueno que no hace nada malo, pero los peruanos sabemos y conocemos la calaña y cobardía de tan ruin ex presidente y por eso, así sus huestes hagan ruido y violencia, debe saber muy bien que los peruanos venceremos nuevamente al terrorismo, al comunismo y a todos sus mercenarios.
Aquí en Minuto Digital Perú, seguimos en la lucha hasta la victoria final sobre el comunismo.