Los sistemas de reparto, también conocidos como sistemas nacionales de pensiones, son en realidad unidades de cobranza de aportes previsionales que generalmente usan la administración tributaria del Estado o sus canales establecidos, para la captación, cobranza y traslado del dinero hacia el ente burocrático determinado por Ley.
Los grandes y graves problemas de los sistemas de reparto residen en que son compulsivos, obligatorios, únicos. Los ciudadanos no tienen opciones para dejarlos, tal vez alguna ventana de complementariedad.
Al ser administrados por el Estado –en realidad cada gobierno cambia a sus gestores- carece de entidad de control en base a indicadores públicos que sean transparentes.
El dinero captado no es un ahorro de cada trabajador, sino que se trata de dinero operativo que ingresa a una cuenta corriente de traslado inmediato, por la cual una parte cae en la caja de la organización previsional estatal y otra parte sirve para el pago de las pensiones de los jubilados, viudas, huérfanos e inválidos que gozan de planes de pago por el derecho de la pensión directa o el beneficio de la pensión de sobrevivencia.
Sin embargo, dado que la administración carece de transparencia y de indicadores de calidad en la gestión financiera, como el objetivo principal es pagar con lo que se recibe, se vuelven progresivamente insostenibles en recursos, por lo cual es frecuente que el Estado incremente subvenciones anuales que duplican y hasta quintuplican esa cifra requerida para los pagos mensuales de los pensionistas y para el pago mensual de las remuneraciones de los trabajadores y de la propia administración de la empresa estatal previsional –alquiler de locales, agencias, oficinas, servicios, etc-.
Es una pirámide financiera donde la base siempre estuvo dibujada en forma extensa y la cima en forma angosta.
Pero el envejecimiento poblacional, la informalidad creciente en América Latina, con países como el Perú donde supera el 70 por ciento, la menor tasa de nacimientos, el menor número de familias matrimoniales y la carencia de infraestructura social para la longevidad –sin hablar de infraestructura en salud, educación, uso del tiempo libre, transporte y locomoción, atención de emergencias, etc.- han sumado varios componentes por los cuales así se extienda la obligatoriedad de los aportes o cotizaciones, los trabajadores buscan las formas de evitar los pagos al administrador estatal. Y la pirámide, se ha invertido.
Una de las principales herencias que dejan los sistemas de reparto, es el empobrecimiento de las clases medias, ya que las pensiones son en promedio un quinto o mucho menos, del total mensual que caracterizaba los ingresos de las familias por el salario del trabajador.
Es decir, la caída en los ingresos al comenzar la jubilación efectiva es terriblemente dramática, porque el ajuste tiene que ser muy fuerte.
Muchos economistas que desconocen la realidad de la composición tradicional de las clases medias –educación privada, salud privada, uso del tiempo libre, costumbres familiares, comportamientos y vestido, entre otros- no contemplan en sus estadísticas estos temas vitales.
Un abismo diferencial se va generando y el empobrecimiento lleva a perder la propiedad urbana en muchos casos, bajo el pretexto de no necesitar algo tan grande –cuando podría revalorizarse o efectuarse una reinversión inmobiliaria que produzca mejores ingresos por alquileres por ejemplo- a fin de destinar esos nuevos ingresos de una venta, condicionados al pago de la educación universitaria de especialización de los hijos, como regla frecuente.
Otro tema es el acceso a la salud vía la seguridad social. Aquí se deben buscar cifras reales, que el Estado no actualiza, para saber con certeza si los pensionistas mantienen la vigencia de la cobertura de salud integral cuando están en la etapa de jubilación y si éstos soportes son amplios o limitados.
Los sistemas de reparto hacen que la pobreza aumente, porque en apariencia pagan una pensión, pero en la realidad, no significan un pago, sino un acercamiento parcial al derecho y éste, es muy limitado.