Cada día que pasa la agenda política es un enredo de temas “menos importantes” que se superponen a los urgentes y prioritarios. No es que dejen de ser importantes, sino que no son los más importantes, los que deberían estar en el centro de la atención pública y privada para atenderlos, resolverlos y ponerlos en la ruta de las soluciones inmediatas con evidencias, indicadores tangibles y resultados sostenibles en el tiempo, pero eso no sucede porque todo indicaría que “es necesario que sigan así” para que el país continúe rumbo al caos y la anarquía, donde reinan los políticos perversos y sus socios.
¿Qué sucede para que esto no cambie? Que el desborde del Estado es el mejor negocio en el Perú, la ruta del enriquecimiento irregular e ilícito, la agencia de empleos que nos obliga a pagarle sus salarios a más de un millón de trabajadores de los cuales, se calcula que el 50% han ingresado a trabajar a dependencias públicas “por recomendación”. Pero este tema, no le interesa a los partidos, al Congreso, al gobierno y a cuantas instancias corresponde. Y además, de ese enorme y multimillonario presupuesto al que se deben sumar los gastos de oficinas alquiladas, equipamiento, mantenimiento, muebles, luz, agua, útiles de aseo, vigilancia y decenas de etcéteras, tampoco se dice nada. Ese dinero, debería estar convertido en alimentos, medicinas, para dar dos ejemplos nada más. ¿Porqué ocurre todo esto?
Los “temas del día a día” no son el hambre, desempleo, pésima educación, ausencia de salud… ¿Porqué? Se debe, en nuestra opinión, a un diseño “natural” de gobierno, por el cual se inflan temas de segundo nivel (que son importantes también, que tienen que estar en agenda de solución evidentemente, pero no son los más urgentes en favor de las personas). Esta ausencia de agenda racional de gobierno hace que no exista gestión de gobierno, sino un “qué hacemos hoy, que nos rinda más, a los que gobernamos” ya sea en una municipalidad, gobierno regional, ministerio, congreso o donde sea que el Estado domine.
Vivimos el Desborde del Estado y Crisis Popular, sin liderazgos, sin voces, con absoluta indiferencia, con unos cuantos apasionados tratando de hacer algo bueno por el país, pero que no alcanza para tener logros consecutivos, estables, vencedores. Así es el Perú, como ayer, pero peor.