Los temas que deberían estar en la mente y en la palabra de todos, sea el gobierno, el Congreso, los innumerables partidos que están legalmente formalizados y las decenas que están en curso, los medios de comunicación y las autoridades envueltas en el círculo del poder político, no hablan nunca de lo importante y necesario, sino de lo inútil –para el país- pero rentable para los corruptos que buscan impunidad.
Hay una especie de acuerdo sobre la mesa que pone los temas nacionales por debajo de la realidad, minimizándolos, anulándolos, dejándolos de lado, porque si alguien los revela y los hace sentir como una necesidad de respuesta popular, se puede armar una fuerza que sea la oportunidad para la democracia y la libertad. Y esa oportunidad, no quieren que exista en el Perú.
Miren ustedes, 26 partidos inscritos en el registro de organizaciones políticas del JNE. En camino diez más por lo menos. ¿Y cómo ocurre esto? Es que se ha generado el efecto de las nefastas reformas políticas que las izquierdas impusieron con sus clones caviares, en comparsa con los medios de comunicación. El resultado evidente es la multiplicación de clanes, mafias, grupos de tres o cuatro bandidos.
El teatro del absurdo está en escena y nadie lo detiene, porque todos quieren ser actores de esa obra desgraciada.
¿De qué se trata esto? Tenemos más de cuarenta años inundados por pastrulos, ignorantes, ladrones, cobardes, sinvergüenzas y truhanes de la política que han anulado a los pocos “políticos de verdad” que iban sobreviviendo y resistían, al extremo que sus partidos y colectivos fueron dinamitados por dentro, por muchos que ahora, desde fuera, han formado nuevos partidos, en esta suerte de lotería electoral que sigue desmoronando la frágil democracia que estando tan desprestigiada, será odiada por los ciudadanos y podría ser reemplazada por el caudillismo de un asesino o la locura de un extremista de posiciones sanguinarias.
“Le van a creer, le van a dar un voto, lo van a elegir”, ese es el gran peligro. Pero si asumimos nuestro deber de dar la pelea con argumentos, con la verdad, con energía, sin miedos, ningún pastrulo criminal será parte de la esperanza, ni de la victoria del pueblo.