De un tiempo a estos días, no resulta extraño ir abriendo y conociendo los nuevos lenguajes y las palabras impostadas de algunos políticos de la extrema izquierda que se camuflan como periodistas, analistas, comunicadores o asesores de crisis, y que junto a sus oenegés de financiamiento desconocido, son cómplices en las justificaciones de lo que ellos denominaron “conflicto interno”, para darle otro sentido a lo que evidentemente fue terrorismo. Es usual, se trata de una etapa adicional para convertir en mártires a los asesinos, en santos a los sanguinarios y en luchadores sociales a los vándalos y saqueadores que incendian centros laborales, vehículos de transporte público y comisarías de la Policía Nacional.
Repito: cobardes, vándalos, saqueadores, incendiarios, agresores de niños y jóvenes, cobardes militantes de brigadas de la violencia y el odio. Es como una secuencia donde nacen como marxistas, crecen haciéndose comunistas y se desarrollan escondiéndose como terroristas y así, dinamitan torres de alta tensión, colocan coches bomba en oficinas públicas y empresas privadas (medios de comunicación también ¿O no les han contado lo de canal 2 de TV, hoy frecuencia latina?) y cuando son capturados gritan… ¡Derechos Humanos! ¿Ya ven cómo funciona eso? Pues hoy se repite.
Salen hordas de agresivos delincuentes de la extrema izquierda equipados con diversas armas y tubos de lanzamiento de proyectiles (denominados hechizos, pero son bazookas o lanzacohetes) para que impacten en el cuerpo de los Policías y soldados de nuestras Fuerzas Armadas. ¿Quiénes usan esas armas letales? Los terroristas. ¿Cómo se responde a una situación de posible daño a la vida de ciudadanos y miembros de las fuerzas del orden en un país que se encuentra en Estado de Emergencia? Con la Ley, la Constitución de la República y el ejercicio de la fuerza.
Pero… para las oenegés narcosocialistas, para los partidos “máscara” de la subversión (ocho denominados partidos comunistas con nombres de fachada, sin registro de inscripción válido, habitan en una misma oficina donde se encontró explosivos), para los periodistas y militantes de esos grupos violentos “es necesario que exista equivalencia” entre los que atacan al país y los que defienden la Patria. ¿Quieren decir entonces que los soldados de nuestras Fuerzas Armadas deben someterse a las exigencias de los que los quieren asesinar? ¡Inaudito!
“Más de 60 policías han sido heridos por el uso de artefactos -mal llamados- artesanales, como lanzacohetes y armas incendiarias”
Y así, los comunistas que justifican la violencia terrorista, van generando “exigencias” irracionales para confundir y marcar nuevos estándares y acusar a los que mantienen la verdad, como si fueran los agresores. Todo al revés. Sin embargo, en esos afanes de buscar cómo cambiar lo real por lo absurdo y volver lo absurdo en sinónimo de la nueva verdad, han inventado la palabra terruquear, para asustar y hasta denunciar a quien le dice terrorista al terrorista.
Los terroristas hoy en día, se esconden en “el terruqueo”, y en esa nueva etapa estamos. Ya no es terrorismo sino “conflicto interno”. Ya no es saqueo, sino “recuperación”. No es destrucción de una fábrica, sino “protesta que se justifica”. No es bloqueo de carreteras para impedir que lleguen los alimentos a las ciudades, sino “interrupción por demandas”; no es un delincuente terrorista el sujeto abatido al estar disparando contra los soldados, sino “un manifestante asesinado”. ¿Se dan cuenta?
El Perú no puede ni debe callarse frente a esta escalada del terrorismo “intelectual” de las izquierdas subversivas que pretenden manipular más, para dividir más, para hacer que el odio sea costumbre y el resentimiento se convierta en una especie de vitamina adictiva o de estimulo a más odio y terror.
En la lucha contra el terrorismo, es necesario decirle lo que son a los terroristas y a sus “justificadores”.