Acostumbar a millones a estirar la mano, es la moda impuesta por gobiernos populistas de las izquierdas, que hacen que la gente se acostumbre a no ser productiva, a no estudiar, a no hacer ni el más mínimo esfuerzo, porque la eterna beneficiencia es un nuevo “derecho humano” que tienen que pagar, quieran o no, los que pagan impuestos directos y se dejan sobrepasar por los gobiernos que no responden con una contraprestación (educación, salud, seguridad, por ejemplo).
En el Perú, pocos son los que pagan impuesto a la renta, impuesto predial, impuesto vehicular e inclusive el impuesto general a las ventas e impuesto selectivo al consumo (IGV e ISC); y son muy pocos frente a millones que pudiendo y debiendo hacerlo, se esconden -en estos casos- en la mal llamada informalidad y en las decenas de programas sociales que crecen cada año más, lo que es una contradicción absoluta, ya que los programas sociales son en escencia temporales, para generar reinserción laboral, mejoras en la salud, atención de poblaciones vulnerables para su habilitación en el progreso, protección de madres y de niños en nutrición y desarrollo, planes de ayuda económica con ancianos en extrema pobreza y así, otras iniciativas en favor de grupos identificados como beneficiarios de la asistencia social, pero no para que sean “un rebaño político”, que es justamente lo que las izquierdas y sus gobiernos han ido sembrando en el Estado en todos sus niveles (municipal, regional y nacional).
Pero atención, si dices que no es justo que unos pocos paguen para que otros muchos -sin pagar, pero teniendo para hacerlo- se beneficien, te lapidan, te insultan y te odian achacándote cualquier adjetivo que usan como una moda ofensiva (en tu contra).
Es esa multitud de gentes “mal acostumbradas a vivir de la teta del Estado” la que constituye los nuevos votos de los viejos partidos de las izquierdas del odio, del resentimiento, la corrupción y la impunidad. Es esa enorme cantidad de permanentes beneficiarios que hacen que se dé menos a los que necesitan más, los que exigen a su vez más Estado, más subvenciones, más asistencialismo permanente. Y todo eso se llama la receta caviar, el imperio progre, la permanencia populista.