Ricardo Escudero #MinutoDigital Perú.- La pandemia ha impactado en muchas esferas de la vida, en costumbres y en comportamientos, tradiciones y paradigmas, pero no ha tocado ni una sola fibra de la política: ésta sigue siendo un mundo de oscuridad, enigmas, conspiraciones, matrimonios por interés y divorcios también por interés. La política es el único contra virus que domina al Covid-19.
La política no es una vacuna, al contrario, es un acelerador de males y perversiones. Por eso el discurso aquél que dice “eso no es política”, ya hace política de justificación de “eso” que dicen que no es política.
Fíjense bien. ¿Ha desaparecido el populismo? ¿Se acabaron los escándalos en el Congreso de la República? ¿Seguimos como siempre, teniendo varios Ministros impresentables en sus acciones, conductas y nepotismo? ¿Se anuncian futuros esplendorosos y nunca ocurren? ¿Las promesas, han dejado de serlo? ¿Tenemos en las noticias, intencionales o manipuladas, tantos candidatos a la presidencia como escalones tiene llegar al cielo o bajar al infierno?
¿Qué le pasa al Coronavirus que no invade la política, la pone en cuarentena y la extingue de una vez por todas?
Bueno pues, como ven, nada ha cambiado y entonces no vamos a ponernos como adivinos o lectores de las hojas de coca lanzadas al vuelo en un cuarto humeante, no nos van a decir nada nuevo sobre el Mensaje a la Nación que el señor presidente de la República debe ofrecer al país este 28 de julio, que de patriótico -ya ven- no tiene nada, porque a los valores, las tradiciones y el respeto a la historia, el coronavirus sí le ha impactado y con fuerza destructora, para alegría de los políticos.
Pensemos como hacen esos “analistas políticos” que no hacen análisis y tratan de vendernos una especie de hechizo, un horóscopo a la medida cuando nos dicen… “en el escenario actual, el presidente afronta la posibilidad de… pero sin embargo podría que no sea así y entonces…”, y entonces, todo sigue igual.
Vayamos a lo racional en medio de tanta irracionalidad que se ha vuelto costumbre: el presidente, sin partido político propio, sin organizaciones populares que lo acompañen, sin gremios a su lado, sin capacidad de movilización, “solo y abandonado de amigos, rodeado y exigido por aliados de la conspiración y el mercantilismo”, en la soledad más grande debido a su empeño por destruir la institucionalidad, se apoya en las bandas de los medios de comunicación, a la medida del presupuesto de temporada.
Así de claro: cuesta pues que los medios serviles te apoyen y cuesta más que sean “casi casi” incondicionales, porque son los socios -bandoleros- en la empresa más negra y terrible: aplastar la democracia, limitar las libertades.
Unido a ello, se necesitan cómplices como las “encuestadoras” y “opinólogos ad-honorem” a los cuales las entidades públicas los contratan con denominaciones extrañas como “análisis de estados de comportamiento en la población de las alturas de la sierra longitudinal”, ocultando que es para objetivos precisos: encuestas, manipulación de masas, conspiraciones, control de daños y generación de conflictos, todo ello desde oficinas del gobierno, a la medida, con presupuesto ilimitado y planillas de apellidos comunes, familiares, repetidos.
Armado este escenario, llegamos al 28 de julio con más de 40,000 peruanos fallecidos, un holocausto que significa una tristeza permanente a miles de familias, una herida en el corazón de la patria y una verdad absoluta que descubre el irracional comportamiento de los miembros de un gobierno insensible, mediocre y abusivo, una derrota a la imagen todopoderosa que no han podido construir del señor presidente, porque le falta discurso, rostro, verdad, ejemplo y humildad.
Cuarenta mil peruanos fallecidos por el coronavirus, significa más de cien mil víctimas derivadas, como son las viudas, viudos, huérfanos, padres abandonados, hogares sin presente ni esperanza en el futuro. A todos ellos, el gobierno les tira la puerta contra la cara, como lo hizo con la Señora Celia en Arequipa, como lo hizo con los pequeños Demetrio, Pedro y Filomena en Huanuco, como lo hizo con Doña Teresa en Piura y Juan en Catacaos, y así como lo hace ahora con cien mil víctimas dejadas de lado, que claman justicia y solidaridad.
Hace pocos años lo escribía en un medio todavía independiente: “El Perú no es la hipoteca vencida de un mal gobierno, no es la herencia pesada de un mal presidente, es la consecuencia de lo que permitimos y frente a ello, las maldades de Vizcarra –porque eso son, maldades- no podemos permitirlas” https://larazon.pe/las-maldades-de-vizcarra/
¿Por qué les menciono todo esto? Porque la primera víctima del coronavirus es la verdad y porque este 28 de julio, el señor presidente seguirá el mismo discurso de siempre, porque nada ha cambiado, salvo el crecimiento de su soberbia, empecinada vanidad y repulsivo orgullo personal.
Lo peor que le ha podido pasar al Perú no es la pandemia, no es la pre crisis económica, sino tener como presidentes a una larga fila de tenebrosos personajes, unidos en el delito y la corrupción.
El “mensaje a la Nación” será un glosario de mentiras, una lista de anuncios no realizados, más de lo mismo y por primera vez, sin darle la cara al Pueblo, porque ya es costumbre mirar de lejos el dolor ajeno.