Aunque parezca mentira una gran mayoría piensa que la verdad es consecuencia de la elección de las mayorías y que por lo tanto hay que hacer lo que el pueblo quiera.
En muchos lugares del mundo se cree que el pueblo es autoridad y que por lo tanto debe mandar.
Muchos, que son del pueblo, creen que tienen ciencia infusa y que por lo tanto pueden gobernar tanto o mejor que los demás.
Estas credulidades están llevando a la ruina a algunos países, que además son manejados por ideologías que usan la ignorancia para recibir apoyos a políticas sucias y obtener así cuantiosos beneficios personales.
La verdad que nos hace libres
Cuando Dios nos habla de la verdad nos enseña una doctrina, y le encarga a la Iglesia que la custodie. La Iglesia nos enseña la Palabra de Dios que está en la Sagrada Escritura.
Para conocer la verdad los seres humanos tenemos la razón, para pensar, y la fe, que es transmitida por Dios cuando hay humildad.
Educar es formar la conciencia
Todo ser humano para conocer la verdad debe ser educado. La educación saca a las personas de la ignorancia.
Los ignorantes no pueden enseñar porque no saben, no tienen el conocimiento que deberían tener. Si son ignorantes tampoco podrán gobernar. No están preparados para ello. Primero deben salir de la Ignorancia y recibir una sólida formación y luego una capacitación.
La Ignorancia es el peor de los males. Creer que la democracia y las leyes bastan para salvar a un país de la crisis, es un error considerable.
La familia: el fundamento de una sociedad
Para salir de la crisis es necesaria la educación y esta es imposible si no hay familia.
Es fundamental la asistencia del padre y de la madre para la formación de los niños. La paternidad y la maternidad son esenciales para la formación de la persona, por eso se dice que la familia es la célula básica de la sociedad.
Quienes atacan a la familia están en crisis y no pueden tener rectitud de intención. Están buscando, por medios ilícitos, beneficios personales, o tratando de justificar conductas desarregladas.
A muchos no les importa la suerte del prójimo, les importa más sus negocios. Así funciona la corrupción, que ciega a las personas y las mete en unos mundos complejos que son más bien laberintos.
El mundo necesita la reconstrucción de la familia para volver a la lucidez social. Esta es la gran verdad en medio de las grandes mentiras que tienen engañadas y atrapadas a muchas personas.