No es una adivinanza, tampoco una especulación: las peleas dentro del gobierno han escalado a niveles insospechados por unos, predecidos por nosotros, que hemos seguido estas etapas de perversiones y acuerdos de cloacas que apestan desde sus inicios con Vizcarra, Sagasti, Castillo y en especial con Dina Boluarte, hasta esa mezquindad cicatrizada que cubre el hedor de la criminalidad que usa desde el gobierno, a un Estado dominado por ladrones, incompetentes y corruptos que buscan impunidad para sus fechorías.
No estamos en una realidad que permite transparencia hacia la ciudadanía, estamos dominados por la criminalidad de la burocracia delictiva, profundamente ideologizada, por otros grupos que quieren supervivir con los privilegios que sienten que son “su derecho” y por un sinnúmero de grupos que han visto que a Dina Boluarte “será necesario someterla a las sugerencias y dictados”, a la agenda caviar que es necesario que ella la cumpla por insinuación y decisión de estas bandas palaciegas.
No es que no haya existido capacidad de reacción, se trató de un acto premeditado dentro del gobierno contra la presidente. Sus propios socios urdieron con el servicio de inteligencia paralelo, la forma de moverle el piso a Boluarte para que coloque a más gente de esos grupos que ansían más poder.
Cuando ocurren sucesos como el intento de magnicidio, se aplica una de tres opciones: (1) Comienza la cacería de brujas entre los miembros del círculo más íntimo del ámbito presidencial, (2) Los verdaderos responsables de la conspiración, sacan de la escena a elementos perturbadores para poner reemplazos propios, (3) No saben qué hacer y se acepta como “lo mejor” lo que dice cualquiera que parezca algo acertado en sus comentarios.
Es tal el nivel de estupideces, incompetencias, ineptitudes y aprovechados que usan el poder desde el gobierno en el Perú, que no resulta sorprendente que Agentes de Inteligencia, salgan en la televisión y cuenten historias risibles de espionajes, investigaciones reservadas, colocación de amigos de ellos -de los agentes-, como ministros, jefes de seguridad del Estado y cualquier posición de dirección que se pueda imaginar el guionista de una película de humor barato y calamidad mental. ¿Es el Perú?
Estamos en la penúltima etapa de una crisis absoluta, que ocurre cuando los grupos que dominan un Estado corrupto, entran en linchamiento en un mismo callejón sin salida.
Hubo y aún subsiste una conspiración contra Dina Boluarte, diseñada y ejecutada por gente del propio gobierno. Hubo, aún subsiste y subsistirá una orquestada conjunción de intereses caviares por ingresar al gobierno en mayor escala a la que tienen ahora y desde allí ir midiendo si le dan más tiempo a Dina o la cancelan con una anticipación del proceso electoral del 2026 y, los diversos grupos políticos (casi treinta partidos reconocidos por el Jurado Nacional de Elecciones) siguen sin moverse para permanecer en la escena, viendo lo que pasa y sin ensuciarse más de lo que ya están. Es el Perú.
Es el Perú de la metástasis de incompetencia y desborde de conspiraciones dentro del gobierno, ese es el foco de todo el problema, allí es donde hay que escarbar y limpiar, con urgencia.