Lo que sucede en el desacreditado ambiente periodístico peruano, es parte de lo que viene pasando en el mundo occidental sobre todo, al disminuir considerablemente la lectoría en los medios impresos, la audiencia en las emisoras radiales, el número de televidentes pegados a las pantallas y mucha atención, el terrible descenso en seguimiento e interacciones con los portales web y canales virtuales, que si bien “se consiguen miles o millones de seguidores” con el pago de cuentas fantasmas que no sirven de nada más que ser una mala referencia, que ya no cuenta para nada y no es importante porque se sabe que es una estafa, lo evidente es que la credibilidad se ha convertido en la máxima condena a los medios de comunicación en su conjunto, porque no cumplen con su rol esencial, sino que desde hace décadas operan como cárteles del activismo y la militancia ideológica de las izquierdas y del mercantilismo más asqueroso que usa al Estado para sostener la corrupción y la impunidad.
Si ustedes recuerdan rápidamente, las “estrellas” de los canales de televisión han terminado estrelladas y los engreídos del espacio radial, han caído en desgracia absoluta, tanto como los dueños del transfuguismo: los merodeadores de la prensa escrita, capos de la extorsión y el chantaje “a cambio de”.
Pero además, en el país de las maravillas, las contradicciones y el retroceso por convicción política (es el requisito para que subsistan los criminales del desastre en cada reforma), desde hace dos décadas existen servicios de inteligencia paralelos que manejan, usan y esconden equipos de interceptación de las comunicaciones, mediante los cuales van haciendo seguimientos de objetivos bajo contrato y así “arman los contra curriculum” para atacar, procesar, sentenciar y condenar a los oponentes del momento.
En este cercano fin de año, prácticamente han caído todos los que debieron caer y por supuesto, en sus tristes muros de la vergüenza solo atinan a decir que ya tienen sus propios medios, pero no es verdad, ya que se cuelgan de plataformas como YouTube y languidecen en mínimas audiencias y nulos auspicios, mientras otros, los que venían siendo despreciados como “esos cholitos que se creen periodistas o comunicadores”, de las tendencias más raras e inverosímiles, son los que se pulen en el éxito actual de las redes sociales, les guste o no les guste, pero es así.
¿Arrancaremos el 2025 sin pavas, sin pavos y sin roedores?