Es solo confirmación de lo que ya se intuía: Mons. Ganswein dará mucho de qué hablar. Cada entrevista, casi que cada aparición en la midia del que fue secretario privado del Papa Ratzinger, es materia de interés asegurada.
Ahora, algunos medios italianos comienzan a hacer anticipos del libro que saldrá a la venta en una semana, el 12 de enero, sus memorias, que llevan por título Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI, en italiano Nient’altro che la veritá. La mia vita al fianco di Benedetto XVI, y que en esa lengua es editado por la reconocida Piemme – Mondadori.
“Estas páginas contienen un testimonio personal de la grandeza de un hombre calmado, un fino estudioso, un cardenal y un papa que ha hecho la historia de nuestro tiempo. Pero también son una narración en primera persona que trata de arrojar luz sobre algunos aspectos incomprendidos de su pontificado y describir desde dentro el verdadero ‘mundo vaticano’”, dijo ya el Arzobispo sobre el libro. Parece que hay de todo, historia menuda (‘la pequeña historia’), de él junto a Ratzinger en su vida doméstica y cotidiana, donde se incluyen sorpresas, y alguna que otra ‘bomba’…
Es así que repercute, ya como explosión, algo de estos anticipos de su obra, como son sus reacciones y las de Benedicto de cuando el Papa Francisco le pidió a Ganswein que se tomara una licencia en su labor como jefe de la Prefectura de la Casa Pontificia, licencia que hasta donde se sabe, se mantiene hasta hoy.
“Me quedé shockeado y sin palabras”, escribe Mons. Ganswein, quien dijo sentirse así como un “prefecto a medias”. De acuerdo al prelado, las palabras exactas del Papa Francisco en ese momento fueron: “Usted sigue siendo prefecto pero mañana no vuelve al trabajo”.
Cuenta el Arzobispo Ganswein que luego Benedicto habría comentado, “con ironía”, sobre el hecho: “Pienso que el papa Francisco no confía más en mí y desea que usted me haga de custodio”. Todo el asunto de la licencia, que ocurrió a raíz de un libro sobre el celibato del Cardenal Robert Sarah – Desde lo más profundo de nuestros corazones–, cuya co-autoría con Benedicto fue un tema discutido, a inicios del 2020.
Pero es evidente que el libro de Mons. Ganswein –escrito en colaboración con el vaticanista Saverio Gaeta– traerá muchas otras sorpresas; Gaeta, que ya fue redactor de l’Osservatore Romano, y jefe de redacción de Famiglia Cristiana.
Sorpresas como por ejemplo, estas otras que adelanta Avvenire, acerca de los sentimientos y actitudes de Ratzinger justo antes de la sesión que lo eligió Papa:
“El suéter negro y la elección.
“En el almuerzo del 19 de abril me pareció que el clima general se había tornado más relajado. Pero inesperadamente, cuando iba al ascensor para volver a su habitación, Ratzinger me preguntó si estaría dispuesto a acompañarlo a pie a la Capilla Sixtina (antes siempre había usado el minibús), y obviamente dije que sí. La primera votación de la tarde estaba fijada para las 16.00 horas, por lo que me dio cita en el hall de entrada de Santa Marta a las 15.30 horas. El clima era incierto, y cuando salimos por via delle Fondamenta, que corre a lo largo de la parte trasera de la Basílica de San Pedro y siempre hace un poco de viento, recuerdo que me estremecí al aire libre. El cardenal me había dicho que había tenido frío por la mañana en la Capilla Sixtina, por lo que se había puesto un suéter debajo de la sotana morada y el sobrepelliz blanco requerida por el ceremonial.
Estaba muy pensativo y claramente no quería hablar, así que me limité a caminar a su lado, observándolo de reojo y orando por él. A nivel psicológico, fue la caminata más larga y agotadora de mi vida. Sentí que estaba viviendo un momento histórico y casi dramático, con Ratzinger que me daba la impresión de caminar hacia un barranco. […]”.
“De pronto, alrededor de las 17.15, en el silencio sordo de aquellos grandes salones, se escuchó un leve aplauso, que no duró mucho. […] Como en un relámpago, en ese instante vino a mi mente la imagen del jersey negro que Ratzinger había usado debajo de la sotana. Inmediatamente me comuniqué con Monseñor Francesco Camaldo, que era el decano de los ceremoniarios y también de su personal, y le dije: ‘Si el nuevo Papa es Ratzinger, por favor asegúrese de que el maestro de celebraciones litúrgicas pontificias (el Arzobispo Piero Marini) que se quite el suéter o al menos que se recoja las mangas.’ Me aseguró que él proveería, pero desafortunadamente, en la emoción de los siguientes momentos, se olvidó. Y así, más tarde, durante la bendición desde la Logia del nuevo Pontífice, aparecieron bajo sus paramentos esas mangas negras que, en directo por televisión, dieron la vuelta al mundo. […] Cuando por fin llegué ante el Papa, vi cuánto estaba probado por la tensión del evento, así que sólo le dije en alemán: «Santo Padre, felicitaciones por su elección como sucesor de Pedro. Le ofrezco toda mi disponibilidad. Puede contar conmigo en la vida y en la muerte”.