Hay que decirlo antes que la cólera se manifieste más fuerte y más activa contra los estupendos dueños de la hipocresía y la falsedad, ¿quiénes?, nada más y nada menos que la mayoría de los candidatos aspirantes a ser presidentes del Perú. Porque si algo está clarísimo, es ver tantos rostros de mentira maquillada, de personajes que han fracasado, estafado, robado, engañado, mentido y hasta actuado criminalmente en contra de la vida de los peruanos, pero, la frase del lamento o de la estupidez cobra más espacio cuando decimos: “aquí, no pasa nada”, en este país, lo absurdo es aceptado y hasta venerado.
¿Cuál es el sustento para que un procesado por corrupción evidente sea candidato a la presidencia? ¿O que un clarísimo estafador de la educación universitaria insista en querer idiotizar al país? ¿Que un terrorista aspire en la más absurda libertad a llegar al poder usando las vías legales que quiere reemplazar y para ello, causa muerte y destrucción? ¿Es posible que una señora implicada en adendas de lucro y malversación sea candidata? ¿Que un empobrecedor mediante leyes absurdas aprobadas en el absurdo congreso también postule y lo haga con gente prontuariada? Eso es lo que ocurre en el Perú, en la nación que como dice Ricardo Escudero, “otra vez tiene un espacio para lo peor, superior a lo anterior”.
No volvemos a lo de casi siempre, sino que demostramos una capacidad ilógica de construir nuestra destrucción masiva, el suicidio colectivo lento. No sabemos protestar, nos aburre e incomoda luchar por causas valientes, ya que estamos vitaminizados en el chongo y de allí no salimos, sino que nos encanta chongear para dañar. Y por eso no hay debates, nadie emplaza a nadie, el reto ya no existe entre políticos, porque no hay políticos aspirando a ser gestores de una nación fuerte y unida, sino actores mediocres postulando a un nuevo show mediático, nada más, por un sencillo y una foto.
Lo afirmo: Nadie quiere apostar por un debate ahora, porque tiene miedo de perder para después, ya que están apostando al “debate televisivo final” a ver si logran captar la atención y voltearle el ranking a los demás, a los que les llevan ventaja. Esa es la estrategia de los fracasados que juegan a la lotería, pensando en ser “el nuevo” Pedro Castillo, en un marco donde es la primera vez que NO hay un solo outsider, porque todos son políticos o del ruedo de la política reciclada, inclusive, con origen mediático.
Auguro un mal rumbo, a menos que alguien sea medianamente valiente y centrado, un poquito quizás.

