Los peruanos no aprendemos y seguimos haciendo todo lo posible por suicidarnos cada cinco años, eligiendo lo que creemos que representa el mal menor, el riesgo controlable, lo único que nos queda por ahora. Y así, llegado el día central de la primera y -repito- casi lógica primera vuelta, nos sentamos frente a los televisores y seguimos atentos las noticias que nos transmiten quienes nos manipularon para decidir ese error, y vemos los resultados con un rostro desencajado, sin algarabía, sin fiesta nacional, porque quienes llegan, no son representativos de una gran mayoría, sino de pequeños sectores que tendrán el control de todos.
¿Así de tontos podemos ser? ¿No hipotecamos el futuro, sino que hundimos nuestro presente para quedarnos sin futuro?
Dos que llegan y lo hacen mal, esa es la historia desde hace muchos años. Lo hacen mal además, porque de la reyerta política de la primera vuelta, pasan al enamoramiento y componendas de la segunda vuelta. Pero a quien dan vuelta en verdad es al país, porque entre odiados, entre enemigos acérrimos ocurre un extrañísimo noviazgo donde nadie deja de buscar pareja, o trío (ya que está de moda cualquier aberración).
Entonces, los cinco o seis que van adelante en votos o congresistas, abren sus venas y declaman amor al Perú para acercarse y asociarse a los dos primeros, porque uno de ellos será lógicamente el ganador y le ofrecerá ministerios, embajadas, puestos públicos de distinta jerarquía y ubicación, a cambio de una frase tan simple como “apoyamos la mejor opción” en esta segunda vuelta, “todo por la democracia y bla, bla, bla”
La guerra del primer tiempo se esfumará, los trols cambiarán de mensajes y agresiones, los mermeleros afinarán su puntería al mandado de sus patrones y de Odebrecht -que sigue controlando a los medios y la academia influyente que se ha vuelto militante y activista-, mientras la sociedad civil seguirá entre chismes y discusiones bajo la mascarilla, el Facebook, twitter y todas las redes, todas, como si allí fueran importantes sus frases y opiniones, cuando en verdad dejaron de serlo al regalar el Perú otra vez a los facinerosos.
Odios y mentiras, abrazos y puñetes, marchas y retrocesos, y de nuevo odios y abrazos para repetir incansablemente las mismas escenas, los mismos rostros, las mismas porquerías de los medios intentando manipular al ciudadano en su siguiente voto.
¿Así quieren construir un mejor país? ¿Seguiremos viendo que las izquierdas millonarias, que las izquierdas acomodadas van a gobernar como lo han hecho los últimos diez años en especial, o tal vez las izquierdas chavistas, extremistas lograrán dar el salto estratégico para reemplazarlas esta vez? ¿Pasaremos de la corrupción izquierdista del Foro de Sao Paulo, a la narco corrupción del Grupo de Puebla?
Si la derecha se viera en el espejo de la realidad y dejara de pelear por migajas…
Fotografía referencial, JNE