La irresponsabilidad y la dejadez son una moda permanente en el Perú y se acentúa en todos los niveles de ocupación política, sea el gobierno, el congreso, las regiones y municipalidades, así como en toda la estructura de un Estado desbordante, lleno de duplicidades y multiplicidades que se superponen para que cada una no haga nada positivo y se dediquen luego -todos sin excepción-, a excusarse en sus incapacidades y enormes dispendios.
El actual gobierno, es decir la segunda parte de una mala película, con pésimos actores y con un guión violento y agresivo, es la suma forzada de algo regularón, con mucho de insensato, donde la reacción se enciende para atacar hacia fuera, a fin de crear conflictos que polarizan en temas de sensibilidad que no son “ahora”, prioridades ni urgencias, como eso de la CIDH Corte Interamericana de Derechos Humanos, que teniendo más gentes que la rechazan, que aquellos que la defienden, es un tema de mediano plazo, sino de largo aliento. Por ello, tenerlo en la ente de todos, en la noticia hacia todos, es una manipulación intencional para tapar otros temas que son importantes como evitar que siga aumentando la pobreza o el subempleo y la informalidad laboral, que tanto impacta en el campo de la educación,. salud y pensiones de jubilación por ejemplo (para citar sólo tres aspectos).
El gobierno no tiene un plan de acción, sino una lista de mercado “electoral” para su permanencia hasta el 2026 y quien sabe, más allá. Esto no es una suposición, es la verdad escondida que se sigue descubriendo “y se los dijimos desde antes”. Insistimos en esto para repetir lo que siempre se dice al final: se los dijimos, hace tiempo, pero no nos hacen caso los ciudadanos que se enfrascan fanáticamente en otros temas, en otras farandulerías y escándalos que les hacen tener temas banales de conversación, porque de economía no hablan ni se esfuerzan en saber, porque de generación de empleo o capital semilla para emprendimientos no piensan, porque de urgencias en la salud y educación se callan, porque de solidaridad, se espantan.
Y el congreso, es otra argolla multicolor de enfermos por tener una ley con su nombre, una portada en cualquier medio con sus fotos de años juveniles y rostros con limpieza de concreto facial, láminas de un álbum sin figuritas. El congreso es de los sinvergüenzas y el gobierno es de los agresores. Ese es el Perú de ahora, mientras lo vemos pasar y no observamos que la minería sigue siendo atacada, que el tema hidrocarburos sigue languideciendo, que el agro y la pesca nos salvan a duras penas y muchas angustias a pesar de las violentas amenazas que les acechan, que la delincuencia ha sobrepasado todos los límites y NO se hace nada, absolutamente nada y eso, es culpa del gobierno y culpa del congreso, tanto como es responsabilidad del silencio de los ciudadanos que no asumen una posición de participación.
Y de colofón: No se trata de estar en el lado correcto o incorrecto, si te va a calificar de esa forma el clan de los medios desconcentrados, esa mafia de acomodados y alquilados que se creen la divina providencia porque están frente a una pantalla, un micrófono yodirigiendo algún medio de comunicación o programa de revanchas y odios. El equilibrio es la verdad, no la manipulación de la verdad, pero si seguimos en silencio, la verdad seguirá siendo pisoteada y desaparecerá, como la esperanza ya se está esfumando.
No es Dina Boluarte y su clan la respuesta a nada bueno. No es por una actitud de fuerza que se gana el respeto y se logra adhesiones, es un todo lo que se busca y requiere: un gobierno que no robe y trabaje, un congreso que no permita robar y legisle.