Boluarte y Otárola necesitan ayuda urgente. Su gobierno está pegado con baba y, encima, sigue cometiendo torpezas insoportables.
Sobre la subversión terrorista seamos claros: la tercera toma de Lima no ha funcionado porque el centro y la derecha exigieron que la PCM, Interior, Defensa e Inteligencia recibieran apoyo económico, operativo y político. Además la izquierda volvió a dividirse y no invirtió masivamente en traer huestes violentas. Pero aun así es increíble que el régimen hasta hoy no proponga un plan de rescate para Puno donde sigue gobernando Sendero, mientras la policía y los militares continúan acantonados sin poder hacer nada frente a las fuerzas separatistas que actúan desde el lado hostil boliviano.
Sobre la toma de decisiones críticas es impresionante ver cómo el gobierno sigue anclado al vizcarrismo y al peruposibilismo en el caso de Essalud, y otras áreas, donde los nombramientos de incapaces y delincuentes se repiten en medio de un escándalo mayúsculo.
En el plano externo resulta increíble que Torre Tagle no sea reestructurado, que sigamos sin embajador ante las Naciones Unidas y que mantengamos personal infiltrado por Castillo como en el caso de la innecesaria embajada en Nicaragua; entre tanto no se organiza una gira internacional para denunciar el complot internacional auspiciado por el Foro de Sao Paulo.
En la economía ya hemos entrado en recesión y la fortaleza del sol sobre el dólar es apenas un espejismo que no servirá para afrontar las crisis climáticas del Niño Global y del Niño Costero. Y en paralelo abundan las denuncias sobre gestiones y compras estatales de dudosa integridad.
No entienden que este no es un gobierno de transición, sino un período complementario que requiere presentarle al país un programa de estabilización y crecimiento y no simples medidas de contingencia. Más aun si se tiene en cuenta que la nueva mesa directiva del Congreso será enemiga dura y hasta obstruccionista.
Otárola, el admirador de Hugo Chávez, ya no da para más, debe irse desgastado y golpeado. Y si Dina quiere quedarse hasta el 2026 debe terminar sus vínculos con su pasado vergonzante de izquierda y convocar a un gabinete multipartidario, de amplia base y concertación nacional. Necesitamos un Gabinete de centro derecha. Diálogos inútiles, ceremonias publicitarias que no conducen a nada claro, no sirven. Que los ocupantes de palacio entiendan que desde el sector democrático podemos ayudar, pero no estamos dispuestos a quemarnos por la incompetencia, la corrupción y la soberbia de quienes llegaron al poder por accidente.