La mayoría de peruanos somos testigos que desde hace más de veinte años se ha impuesto por las izquierdas y grupos de presión especialmente mediáticos, una confrontación política constante que perjudica el clima de confianza institucional y la paz social. Hoy, siguen desapareciendo las instituciones, sigue desapareciendo la paz.
Urge entonces dar una vuelta de timón en el plano formal e informal -porque las calles deben seguir hablando con más fuerza hoy por la Libertad y no como antes, inundadas y manipuladas por la violencia, el caos y el resentimiento-; debemos en consecuencia recuperar la sensatez política, superar la cultura de odio impulsada por las ONG y gobiernos aliados al extremismo y derrotar el anti progreso, anti mercado que sólo nos pueden llevar a acentuar una fractura social que traerá consecuencias devastadoras.
Nos preguntamos ¿Las crisis son oportunidades también? Sí, claro que sí: Los “destapes” del caso Lava Jato por ejemplo, son la comprobación de una gran corrupción en el poder judicial y el ministerio público, evidencian además y como consecuencia hacia lo diario, la sensación de inseguridad que se ha convertido en una agenda delictiva contra los ciudadanos y sus familias, espacios oscuros que rodean a la nación con situaciones que pueden arrastrarnos a cometer errores del pasado, como por ejemplo la ausencia de seguridad jurídica y una economía de catástrofe e incompetencia como la que teníamos a inicios de los años noventa o durante épocas de dictadura militar sometida a la izquierda comunista más atroz y represiva de la historia republicana.
La historia es maestra de la vida y página de testimonios. Las confrontaciones de los poderes Ejecutivo y Legislativo sólo han traído malas noticias para el país, cuando en los dos extremos no había liderazgos reconocidos. Hoy es posible reconstruir desde el Congreso la esperanza de un país, pero nos faltan lideres en el parlamento. Por eso, es urgente un acuerdo político de las fuerzas democráticas, que ayude a superar la situación de ahorcamiento y suicidio político que vivimos.
La mayoría de peruanos espera en estos momentos de sus aspirantes a líderes políticos y gremiales, un suplemento de sacrificio y amor por el país, donde se apueste por medidas urgentes y necesarias como:
- El fomento abierto e irrestricto de la inversión privada,
- La apuesta por la seguridad jurídica y el recorte de trámites e inconsecuencias burocráticas,
- La urgente inversión pública en sectores como infraestructura en salud y educación; y prioritariamente,
- La recuperación del prestigio de nuestras instituciones, limpiando de corrupción e impunidad todas sus estructuras.
El costo de no tomar estas medidas y recuperar un camino para el país, será altísimo.
La Constitución Política de 1993, ha dado permitido otorgar seguridad jurídica a las inversiones, ha favorecido el clima de negocios en el país, ha garantizado la suscripción de acuerdos de libre comercio favoreciendo el libre mercado y ha creado las condiciones económicas y sociales para que millones de peruanos accedan a mejores servicios públicos, puedan salir de la pobreza, asciendan socialmente y cuenten con mejor infraestructura pública y con mejores estándares de vida y educación progresivamente sostenible.
No es hora de debates ni de polémicas entre demócratas, es hora de dar la pelea por la democracia y la Libertad.