En las aulas de las Universidades, entre los años 60 y 90 del siglo pasado en especial, era imposible atreverse a pensar en libertad, porque los extremismos de izquierda deshacían esas posibilidades empleando su única arma ideológica convertida en acción dominante: la violencia. Es decir, la historia social del Perú no podía escribirse, menos debatirse.
Los complejos sociales de los extremos del poder se encargaban de evitar que los sectores medios de la sociedad encuentren tiempo para pensar, reflexionar y alzar sus voces.
Esfuerzos diversos pretendían hacer valer voces distintas, voces presentes, para recuperar la dignidad de poder estudiar sin limitaciones en el conocimiento para formarse profesionalmente, pero la escalada marxista fue impuesta durante más de cuarenta años, presentándose como movimiento progresista, alternativa popular, vanguardia revolucionaria, partido comunista o simplemente, en silencio, sabíamos cómo se llamaba: terrorismo.
El blanco de todo este desastre en el pensamiento latinoamericano fueron las Clases Medias, medio golpeadas, medio amenazadas con desaparecer. ¿Por qué? Debido a las políticas de Estado en materia de tributación sobre la vida, la propiedad y el empleo en especial, que siempre han ahogado de responsabilidades fiscales innecesarias a cientos de miles de familias que le alivian justamente al Estado, miles de millones de dólares cuando no utilizan las escuelas, hospitales o programas sociales a los que no se les permite acceder.
El escenario nos revela que unos fueron huyendo hacia los Estados Unidos o Europa – luego a países fronterizos como Chile o Colombia en una primera etapa, después Argentina, Venezuela y Brasil-, dividiendo a sus familias y sentimientos; es decir, escogieron el camino más arriesgado. Otros, manteniéndose en sus lugares, afrontaron pérdidas y postergaciones, humillaciones y afrentas de los gobiernos que no atendían sus necesidades, a pesar de ser estas Clases Medias las que sufragaban todas las actividades y salarios del Estado. Por increíble que parezca, las Clases Medias siempre han sido la fuente más grande de financiamiento del Estado y sólo se les retribuye con más cargas fiscales, sin existir ningún programa de apoyo financiero o social.
Decenas de miles de regulaciones y leyes contradictorias y sin sentido formal, se convierten de normas emitidas por los Parlamentos en temas que no son prioritarios o trascendentes.
Veamos solamente el caso educativo en el Perú: cientos de disposiciones legales declaran la gratuidad de la enseñanza en la educación pública, pero se tiene que gastar adicionalmente, aún más de lo necesario, en cuotas extraordinarias para libros y equipamientos especiales, reparación de ambientes, adecuación de infraestructura, compra de útiles diversos, adquisición de uniformes con logotipos del colegio, pagos especiales por cada celebración, desfiles, homenajes a las autoridades locales y paradójicamente, no se cuenta con una infraestructura mínima para recibir educación de calidad en libertad, sino frases de repetición, maltratos y jamás una oferta educativa saludable, sostenible y de proyección.
Ese es el resultado de los sueños de los burócratas de izquierda colocados por los partidos políticos en el Ministerio de Educación: la tiranía del nuevo statu quo.
No es sólo economía, prioritariamente el ataque es en la educación, sino, no veríamos que el odio, la ira, la intransigencia y la estupidez se han convertido en aspiraciones de algunas gentes que no sienten al país como suyo.