¿Qué pasará con las reformas emprendidas por el Papa? ¿Esos “procesos” sobre la evangelización, sobre el papel de la mujer y de los laicos, y aún otros, iniciados o en curso, no para ocupar espacios -como decía Juan XXIII- sino para suscitar reflexiones, preguntas y sobre todo respuestas para la Iglesia y el mundo de hoy? La cuestión es una de las “Cinco preguntas que agitan a la Iglesia”, como titula el libro del periodista Ignazio Ingrao, vaticanista de Tg1, publicado por San Pablo, y presentado en la tarde del 24 de abril, en una abarrotada Sala Spadolini del Ministerio de Cultura. Se trata de un volumen amplio y polifacético que abarca desde las noticias y la actualidad de la Iglesia universal -los nombramientos en la Curia o la expansión de las iglesias pentecostales en América Latina- hasta el magisterio del Papa Francisco y los documentos de la Santa Sede. Sin olvidar la Fiducia Supplicans.
El riesgo de una vuelta atrás
Fue el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, quien se detuvo en cada una de las cuestiones que plantea el libro, empezando por la última, la de los procesos iniciados en estos once años de pontificado: “¿Qué pasará con las reformas emprendidas por el Papa Francisco?” A esta pregunta, dijo el cardenal -sentado en la mesa de oradores con el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano-, “se añade una que para algunos suena a amenaza y para otros a ilusión: ¿existe el riesgo de una vuelta atrás?”
“Para intentar dar una respuesta”, el cardenal recurrió entonces a las palabras de la Carta de Santiago: “Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor…”. Aquí, añadió el Secretario de Estado, “el discernimiento, que no es simple intuición, sino fruto de la oración continua en el Espíritu, indicará, en el tiempo relajado de quien sabe ser paciente, cómo continuar y qué cosa debe hacerse institucional”. Precisamente porque es acción del Espíritu, no puede haber vuelta atrás”.
Ecclesia semper reformanda
Hablamos, por tanto, de “procesos irreversibles”, como decía el propio Ingrao en su introducción, a los que debe corresponder “una respuesta pastoral” que es “importante y necesaria, pero no suficiente” porque “es necesaria una respuesta ética y moral”. Parolin se hizo eco de estas afirmaciones del autor, recordando también la conocida frase latina “Ecclesia semper reformanda”: significa, explicó, que “la Iglesia debe ser siempre reconducida a su forma propia”. La Lumen Gentium lo expresa así: “Mientras Cristo no conoció pecado”, la Iglesia “que incluye a los pecadores en su seno” tiene “necesidad de purificación, avanzando por el camino de la penitencia y de la renovación”.
Las dificultades como oportunidades
En su discurso, el cardenal reflexionó a continuación sobre el verbo contenido en el título del libro de Ingrao, “agitar”: “Me ha llamado la atención”, dijo, porque “parece invitar al lector a hojear el texto con esa conciencia y prudencia con la que nos acercamos a la narración de una situación de agitación y temor que encontramos en el Evangelio de Mateo” con el episodio de la barca tempestuosa. “Todo trayecto, incluso el de la historia, es una travesía”, dijo el cardenal, “las dificultades pueden leerse no sólo como agitación, no sólo como peligro, sino también como oportunidad”; esto es “parte de la sabia pedagogía de Dios con la que nos educa, nos hace madurar y progresar”.
La alegría del Evangelio
Del cardenal también una referencia a Evangelii Gaudium, el documento programático del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, como respuesta a una de las cinco preguntas del volumen: “¿Adónde ha llegado la Iglesia en salida? ¿Cuánto se aleja la Iglesia de la realidad actual, a pesar de sus esfuerzos?”. Parolin añadió otra pregunta: “¿Qué ha sido de aquella alegría del redescubrimiento del Evangelio?”. “El gran riesgo del mundo actual es una tristeza individualista”, dijo.
Los jóvenes y las iglesias pentecostales
A continuación, Parolin analizó una por una las cinco preguntas. La primera, ante todo: un “fresco sobre los jóvenes”, siempre en equilibrio entre ser “exploradores” o “puestos de observación de una sociedad distraída por las redes sociales”. Jóvenes con sensibilidad ecológica y social, “con una profunda atención a los tiempos y a los desafíos del pontificado”, cuyos verdaderos sentimientos y capacidad de soñar deben ser “despertados de nuevo”. Sobre la segunda cuestión, centrada en la “fascinación” ejercida en Europa y sobre todo en América Latina por las iglesias pentecostales, el cardenal dio cuenta de las diferentes opiniones sobre este fenómeno: entre quienes hablan de una consecuencia del apoyo económico de EE.UU. “para contrarrestar la deriva marxista alimentada por la teología de la liberación” y quienes en cambio ven una paradoja: “La Iglesia ha elegido a los pobres y los pobres han elegido a los pentecostales”. Parolin, en cambio, quiso reiterar lo que Benedicto XVI y Francisco han dicho tantas veces: “La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.
Apertura a los laicos y a las mujeres
La tercera pregunta sobre la apertura a los laicos y a las mujeres también es de actualidad: “¿Es real o sólo una fachada?”, se preguntaba Ingrao en el libro. Y Parolin responde precisamente con las palabras del libro en las que recuerda las experiencias de mujeres que para el Papa Francisco tienen un punto de vista privilegiado y que se narran “en filigrana respecto a lo que se afirma en la exhortación postsinodal Querida Amazonia”. Mujeres que ofrecen una contribución a la Iglesia “a su manera, prolongando la ternura de María, la Madre”. Mujeres que son uno de los temas centrales del Sínodo sobre la Sinodalidad del que se está preparando la segunda fase: “Se pone el acento en la relación entre el Sínodo de la Iglesia universal y las cuestiones y expectativas que surgen de los caminos sinodales emprendidos por cada una de las Iglesias locales”.
Principio y fin de la vida
“Urgencias antropológicas” que se abren a la cuarta pregunta sobre el comienzo y el final de la vida, las fronteras de la medicina y las cuestiones de género: “Temas necesitados de mucha reflexión”, dijo el cardenal, para los que -añadió, citando al autor- “es necesario dar pasos con absoluta prudencia”: “No se trata de buscar respuestas más o menos acordes con los tiempos o alineadas en defensa de una moral traslaticia. Se trata más bien de hacer madurar un nuevo humanismo que, enraizado en el personalismo cristiano, sepa responder a los interrogantes de hoy”.
Partir de lo que une
Para llegar a “una respuesta moral”, se hizo eco Ingrao, es necesaria “una reflexión antropológica sobre lo que serán los hombres y mujeres de hoy”, superando las vallas que dividen y viendo, en cambio, lo que tienen en común. Por su parte, el ministro Sangiuliano recordó la importancia de la sacralidad de la Iglesia, que, dijo, “ha sobrevivido a todo porque responde a la necesidad interior del ser humano”, responde “a la necesidad filosófica de creer en Dios: tanto Dostoievski como Heidegger llegan a la conclusión de que sólo Dios puede salvarnos”.
La palabra desarmada de la Iglesia
Del periodista Ingrao, por último, un agradecimiento al cardenal secretario de Estado por su continua disposición a detenerse y responder a las preguntas de los periodistas en cada acto público: un gesto “de gran respeto por nuestro trabajo”. Pero, sobre todo, “un mensaje profundo más allá del contenido: la respuesta de una palabra mansa, una palabra que sirve al crecimiento del otro. En un mundo de palabras violentas que hieren y dividen, la del cardenal es la palabra de la Iglesia que puede parecer una palabra desarmada'”, cuando en cambio es una palabra de fuerza que es también el sello de la diplomacia vaticana. Una fuerza “construida sobre la base del encuentro con el otro”.
Con la redacción de Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano, Vía Vatican News