La violencia, dicen los extremistas de las izquierdas del odio, es la partera de la historia, de allí que estos adefesios de humanidad descompuesta hayan extendido su defectuosa forma de existir, provocando guerras, asesinatos, destrucción de la Familia, muerte de niños por nacer y ahora, entre sus muchas degradaciones, la transformación del hombre y la mujer, en simios, así de trágico (aunque algunos simios de hoy se auto perciben gatos, tubos de ensayo, gusanos y cientos de auto imágenes que son solo la locura de la descomposición humana que nace en el marxismo y se consolida en el progresismo actual).
No encontrarás auto percibidos como buenos padres de familia, tampoco auto percibidos inteligentes, solidarios, leales, honestos, esperanzadores, íntegros, o con valores y virtudes, porque eso que te cuento, esas características no existen en el diccionario de la estupidez de las izquierdas. ¡Ah! Pero diles estas palabras y te señalan de facho, agresor y otras invenciones que tienden a romper el orden natural para someterlo en el desorden artificial y es que, Familia es malo, hijos es peor, esposos es inmerecido, trabajar es un asco, estirar la mano en la eterna beneficencia o esclavitud ante el Estado es lo obligado. ¿Te das cuenta?
Hace poco me escribió alguien por allí, que se dice “periodiste”, no te miento, así es su profesión y yo casi la entendí con una mala escritura de Periodista, pero no, se reafirmó en su neolenguaje, o sea, en la estupidez de decirse “periodiste”.
Pues bien, le leí una carta de insultos, amenazas, ofensas y al final un “sin embargo, debemos conversar”. Pobre gente o “genta” o gentuza (mejor eso). Te atacan y al final, derrotados en su balacera de deshonestidad intelectual, te dicen “hablemos, amigue”.
Amigos y no amigos: las izquierdas del odio ya han sido derrotadas en la principal estructura, la de las ideas y la de las propuestas, que no las tienen, que no las tendrán, porque lo que les sale de la anomalía existencial son gritos y frases sin sentido, son rechazo a todo lo bueno o medianamente bueno que pueda haber y en esa ignorancia que los abruma, pasan al chaveteo de las palabras ofensivas, a inventarse que son víctimas (imaginen eso, los subversivos se victimizan, los secuestradores y extorsionadores se victimizan, los que atentan contra los derechos humanos, exigen que se les trate como víctimas, los que dan golpes de Estado, exigen que se les diga “demócratas”).
El mundo actual libra batallas inmerecidas pero que hay que darlas, hasta la extinción absoluta de la estupidez, es decir, de las izquierdas del odio.