Es el momento preciso, es la hora de la pelea tenaz contra lo que más nos daña: la política, ese virus del odio y enfermedad de la maldad que se expande a gritos y acaba sometiendo al silencio a los ciudadanos y sus familias, porque se impone con fiereza, leyes y terror sobre la Libertad y la frágil democracia que aún subiste de una forma u otra.
Es el momento mejor buscado para luchar con el uso de la razón y la fuerza de la verdad frente a los que matan oportunidades y entierran esperanzas, porque quieren seguir imponiendo los gobiernos de la corrupción y la nueva justicia de la impunidad, aquella por la cual se invierten principios, valores y virtudes.
Estamos cansados de ver a nuestra nación siempre en el mismo rumbo del desastre, sobreviviendo a duras penas, pero bajo un extraño pacto no firmado de no hacer lío, así nos perjudique, con tal que no nos fastidien y nos dejen trabajar. Pero eso no es vida, esa no es la actitud de los ciudadanos. Hay que poner freno y fuerza al abuso, a la corrupción, a las indeseables formas que se hacen ley para ajusticiar nuestras libertades.
Los ciudadanos somos más fuertes si hablamos, si participamos en las redes, en las calles, con nuestras voces o comentarios, ya sea en familia, en el trabajo, en la escuela y la universidad, en el mercado y en el transporte público, esperando en un banco o en la fila del pan. No podemos callar, no debemos callar.
Es la hora de combatir a la política, es el momento en el que hay que decir lo que pensamos y buscar a los mejores para apoyarlos en la tarea de reemplazar por fin, a los ignorantes y ladrones que han ocupado el poder, desde un pequeño distrito, hasta el congreso y los ministerios, o en palacio de gobierno y muchas instituciones que les sirven de alcancía para sus fechorías.
Ni un sol más a los políticos. Ni un voto más a los ladrones.